domingo, 4 de octubre de 2009

EPILOGO MERIDIANO

(Mientras la abeja dormita un vals para Debby…)


Incluso nosotras, redentoras y estériles palabras, finalizamos nuestro trazo cualquier día. Y es conveniente recordar, que ese día siempre está por llegar, y como siempre, ajeno a nuestra efímera voluntad.

En nuestro caso, un imaginario creador así lo habría anunciado, con solvente, premonitoria, e inútil clarividencia.


Un cuatro de octubre; otro día especial y cualquiera, para comenzar o para terminar. La apoptosis cuántica de un número concreto y cierto de palabras e imágenes encadenadas, que encapsuladas para siempre en la botella de vidrio electrónico de esta primigenia red de comunicación virtual, viajarán inadvertidas por océanos de plasma, hacía un destino incierto, en otro tiempo incierto, con un único y cierto punto en común con el instante de su creación: la intención por conseguir despertar una sonrisa en la mente del lector atento y desconocido que las vuelva a descorchar, para disfrutar de nuevo de su atómico mensaje nuclear.


Meridianas termina, y como en la propia existencia, su término no es más que el preludio de una nueva vida, mecida por el transcurrir de todos los futuros instantes encontrados en un puñado de palabras sin dueño, ni sueño.

Dedicado a PKA, PO y Speedy.

Aviraneta

4 de Octubre de 2009

jueves, 18 de junio de 2009

La carrera mística de la especie humana deriva hacia una, cada vez más patente, humanización de sus ídolos. La consecuencia no puede ser más entretenida; dioses con atribuciones humanas, y hombres con características divinas.

No sería de extrañar que, en un futuro cercano, alguna religión sincera promulgue por fin este nuevo dogma, mucho más acorde con nuestras pretensiones:

“Y Dios fue creado a imagen y semejanza del Hombre...”

martes, 2 de junio de 2009

Gloriae Mundi
“El verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos” - Henry Ford

Sí de algo no cabe duda, es que vivimos (como siempre) en tiempos convulsos. Esta característica, consustancial al desarrollo humano, se torna más evidente gracias a los constantes flujos de comunicación informativa en tiempo real, que determinan la era tecnológica que nos toca vivir.
Las interpretaciones sobre los hechos acaecidos son por tanto inmediatas, y en numerosas ocasiones tan evanescentes y livianas como la propia fugacidad de los electrones, últimos responsables del trasvase de la información cibernética.
Es el sino de los tiempos, y en el caso de la actual situación que atraviesa el gigante norteamericano de la automoción General Motors, epítome del desarrollo industrial del siglo XX, es divertido comprobar que muchas de las interpretaciones vertidas se acompasan indefectiblemente con el deplorable estado intelectual del planeta.

La incoación del “Chapter 11”, homologable en España a la suspensión de pagos, está centrando la atención de innumerables comentaristas mediáticos, como siempre tamizados por el filtro de sus respectivas ideologías e intereses.
Como en otras ocasiones, el principio rector adolece de argumentos sólidos para defender sus postulados, mientras que en el caso de los defensores del pensamiento único, se aprovecha para construir una doctrina contundente, en la que lo primero que llama la atención, es la demonización de la causa contraponiéndola al efecto.
Ortega decía que nuestro país, posee la particularidad de ser el único en el que se pierde el tiempo discutiendo sobre los hechos contrastados. En este contexto, la satanización del sistema de libre mercado a partir de la desgraciada coyuntura del gigante norteamericano, se constituye en un recurso perverso para mantener el discurso político de un idílico estado laboral siempre prometido, más cercano a las parábolas bíblicas, que a los recursos de la Razón.

El argumento para atacar al único sistema económico que hasta ahora ha demostrado, con sus grandes defectos y virtudes, la capacidad de mejora efectiva de las condiciones de vida de millones de seres humanos, tiene poco recorrido si inquirimos a las miles de familias de trabajadores que, a lo largo de varias generaciones, han podido subsistir y mejorar sus condiciones de vida durante un siglo de existencia de la corporación automovilística, y sin embargo articula un, al parecer efectivo, corolario más cercano a las creencias religiosas que al de un análisis racional del asunto en cuestión. El sistema es, y por supuesto debe ser, susceptible al análisis y a la crítica, pero lo lamentable es la simpleza de los argumentos empleados en esta ocasión.
El silogismo es tan pueril, que se resume en culpabilizar al cordero que nos comimos ayer, del hambre que pasamos hoy.

Esta coincidencia no es casual si consideramos ciertas las tesis de Ortega, que también sostenía que el marxismo no es más que una perversión del Cristianismo, y desde luego en este y otros patrones de conducta proselitista comunes a cualquier credo religioso, la intención universalista se traduce en un deseo inequívoco de perpetuarse de manera indiscutible y eterna, aspirando a suplantar las tesis evangelizantes tradicionales, con argumentos que arrasan cualquier discurso razonalista, necesariamente contrario a la imposición de superestructuras colectivas.
En definitiva, una hábil suplantación de la Fe religiosa de cualquier índole, extrapolada de la experiencia observada en las escasas instituciones humanas, que han logrado sobrevivir en el tiempo a lo largo de la Historia. Este comportamiento encubre una prosaica realidad sociológica, resumida en odiar lo que uno envidia, y en el fondo anhela.
Pero por simple que parezca, el recurso funciona en el imprinting colectivo, tan favorable a que la causa de todos los males siempre sea achacable a los demás, y por lo tanto generosa con las tesis que anulen la capacidad y responsabilidad individuales del ser humano para la transformación de una realidad circunscrita ineludiblemente a sus distintas fases naturales, del orto al zenit, consustanciales a nuestra propia naturaleza biológica.

La General Motors, como cualquier otra empresa humana, nació, creció, y necesariamente acabará muriendo algún día. Es probable que incluso corrija alguno de los graves errores cometidos durante su prolijo desarrollo, centrados fundamentalmente a mi parecer, en la introspección derivada de una acción constreñida a su propio mercado, que ha resultado inviable en el transcurso del tiempo. Toda una paradoja para una compañía integrada en la filosofía globalizadora del país-continente al que pertenece.

En cualquier caso su continuidad, o cierre definitivo, se ha de enmarcar en algo tan simple como la propia caducidad de todo lo que nos rodea, creado natural o artificialmente por la mano del hombre, y ha de servir únicamente para aprender a corregir errores en el futuro, que propicien la mejora vital de las siguientes generaciones, dentro de un marco de progreso sostenible, necesario e inevitable.

La ingenua idea de la perpetuación de estructuras productivas sine die, seguirá mientras tanto en las atribuladas cabezas de algunos predicadores pseudo-progresistas, cargados de mesiánicas intenciones exorzizantes, que echarán la culpa a Edison (por haber inventado la bombilla), de la oscuridad imperante a nuestro alrededor.
Así nos luce el pelo.
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Sic Transit...

viernes, 29 de mayo de 2009

TODO POR HELARTE

"Mi juventud fue triste, y fría, y estéril..." VVG

22 de Mayo


Queridísimo hermano,
Poco a poco los días se van haciendo más largos, y el viejo árbol trata de retoñar un año más en gigante herido.
Mi ánimo florece cada mañana bajo el azul líquido de Saint-Remy, y he vuelto a trabajar con frenesí en mi jardín cerrado.
El doctor dice que mejoro, y mis anhelos retornan a llenar el color de mi maltrecha paleta.
Aun así, cuando cae la noche mis temores vuelven a aflorar inexorables.
Ayer mismo, tornaron mis más amargos presagios en forma de sueño inquietante y desolador.
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Soñé que volvía junto a ti, a nuestra querida Dreiländereck; paseábamos junto a la catedral sintiendo el aroma dulce de la primavera, que emana del postrero reposo de nuestro querido Erasmo.
Descendimos por la orilla verde del Rin hasta el magnífico Hotel de los Tres Reyes.
En un determinado instante, el cielo se cubrió de plomo, envolviendo de oscuridad la llamada misteriosa que me impelía a correr desesperadamente hasta el Palacio de Kunst.
A mi llegada, una multitud sombría se arremolinaba ante la formidable escalera, flanqueada por estandartes que proclamaban mi nombre...
Atravesando el gentío, como un espectro, alcancé la primera sala, y no podrás creer lo que pude contemplar. En la misma colgaban obras mías por doquier; el campanario de Zundert, la casa amarilla, los tejados de Paris, los campos de Arles, todos estaban allí, observados codiciosamente por una muchedumbre silenciosa que, como siempre, ignoraba mi presencia.
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Nadie era capaz de responder a mis atormentadas suplicas, que resonaban estériles como un eco perdido en la inmensidad de la sala gris.
Al fin sentí que alguien me observaba. En el fondo de la estancia, advertí que uno de mis propios retratos traspasaba con su mirada la masa humana y amorfa, para devolverme el reflejo de su amargo llanto, constreñido en una fina capa de pintura. Uno de los dos no debería estar allí. Quizá ninguno de los dos.
Un escenario de equilibrio roto, como mi propia existencia, impregnó mi mente, y recordé la desdicha de haber descubierto tan temprano el secreto de la inmanencia en las visitas que repetíamos a mi propia tumba...
Y ahora, otra brutal profanación de mis desvelos.
Desperté bañado en sudor, y ya no pude volver a conciliar el sueño.
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Mi querido Théo, creo que nunca te haré llegar esta carta.
No haría más que inquietarte, y tu nueva vida con Johanna no merece más quebrantos por mi inútil causa.
Confío en que las cosas cambien, y puedas vender por fin alguna de mis obras, para intentar mejorar mi helada existencia, consagrada por el destino a un seguro y amarillo olvido.
Siempre tuyo, Vincent.
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PS: Desde el 24 de Abril hasta el 27 de Septiembre de 2009, se exhibe en Kunstmuseum de la ciudad suiza de Basilea la exposición "Zwischen Erde und Himmel: Die Landschaften", antología de paisajes de Vincent van Gogh.
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Durante su infancia, Van Gogh fue obligado por su padre a acudir regularmente a orar ante la tumba de su hermano, también bautizado con el nombre de Vincent, que nació muerto el 30 de Marzo de 1852, exactamente el mismo día, un año antes de que naciera el propio artista.
Como es bien sabido, Vincent Van Gogh únicamente vendió una obra durante el transcurso de su existencia. En la actualidad, uno de sus cuadros ostenta el record de ventas, siendo subastado por Christie's en 1990 por 82,5 millones de dólares.
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La indispensable muestra presentada en Basilea, excepcional por su belleza, es además una paradójica y ejemplar semblanza de la miseria del mundo comercial del Arte, extrapolada directamente de nuestra incalificable condición humana.

jueves, 14 de mayo de 2009

miércoles, 13 de mayo de 2009

lunes, 11 de mayo de 2009

viernes, 17 de abril de 2009

Días de sake y rosas

Mediante la observación microscópica y la proyección astronómica la flor de loto puede convertirse en la base de toda una teoría del universo y en un agente por medio del cual podemos percibir la verdad.” - Yukio Mishima


Era la primera vez que agradecía a aquel torpe político la decisión de desterrar Ancorage de las aerovías patrias. A cambio disfrutaba de la fantástica visión de la nevada estepa moscovita, desde la privilegiada visión que me proporcionaba la carlinga del 747 en plena maniobra de aproximación, que el sastre sentado a mi izquierda enhebraba con maestría, entre furiosos copos de nieve golpeando nuestro cuerpo de aguja oronda.
La satisfacción por el espectáculo que se abría ante mis ojos era superior al cansancio provocado por la perspectiva del siguiente salto, que nos posaría al cabo de otras casi diez horas de vuelo en el aeropuerto de Narita.
El perfil de la península de Kamchatka, presagiaba en mi mente el ansiado reencuentro con mi hermano, destacado desde hacía unos años, como profesor, en la Universidad de Kobe.

Es difícil destilar los recuerdos infantiles de un Japón reducido a un compañero escolar, Itchiro Okamoto, hijo del embajador nipón en España, a la visión de unas ghetas, algún que otro kakemono, y a unos sorprendentes bonsáis artificiales de pino Japonés, dispuestos en el despacho de la casa madrileña de mis abuelos. Estas vagas referencias fueron ordenadas más tarde, gracias a la información completada por los años, y a la curiosidad que despertó en mi hermano la historia japonesa de la familia de mi abuela, que aunque española por los cuatro costados, vino al mundo y paso su infancia en el país del sol naciente. Mi bisabuelo Gonzalo se desplazó, también como profesor, en el ya lejano 1906, donde residió hasta 1918. Doce años que marcarían la vida de mi abuela para siempre, y que sólo el paso del tiempo ha hecho posible comprender en toda su dimensión estética y vital.

La primera llegada a Tokio para cualquier occidental es un auténtico shock para los sentidos. El aluvión de kanjis y gente corriendo, es lo más parecido a sentirse un personaje de la película “Lost in traslation”.
Mi hermano nos esperaba en Kobe, por lo que tuvimos que ingeniárnosla para acertar con el shinkansen (tren bala), que bajo el canto del obentó nos condujo finalmente a la bonita ciudad costera situada a 400 kilómetros de la capital.
Mi hermano y su esposa norteamericana nos acogieron con calidez en su coqueto apartamento, con un ofuro reparador tras las largas horas de periplo, y pronto comenzamos a planear nuestros itinerarios sobre un mapa del país, arrullados por los efluvios del sake caliente.
Los mejores secretos de este misterioso país se encuentran lejos de sus grandes urbes, y en este caso, nuestro anfitrión se convertía en un auténtico lujo para desbrozarlos fuera de los circuitos turísticos tradicionales.

Nuestras andanzas por las diferentes islas del archipiélago venían avaladas en la mayoría de los casos, por las descubiertas que mi propio hermano había realizado con anterioridad, garantizándonos el descubrimiento preciso y precioso del Japón más íntimo, rural y profundo, que tanto ansiábamos.
A pesar de que nuestra estancia de casi un mes nos impidió visitar la isla de Hokkaido, aún pudimos recorrer la principal, Honshu, de norte a sur, desde Nikko hasta Hiroshima, la de Kyushu hasta el balneario de Beppu, y realizar un maravilloso e inolvidable viaje por el mar interior hasta Miyayima, con su excelente Ryokan con inmejorables vistas a su famoso Tori; viajando siempre en tren o barco, alojándonos en pequeñas casas de huéspedes tradicionales construidas en madera y papel de arroz, denominadas Minsukus, disfrutando del gusto simple de los onsens populares (aguas termales al aire libre), de los pequeños templos zen locales, y de la amigable y esquiva conversación de los lugareños, gracias a la impagable labor de interprete de mi hermano, en áreas aisladas y ajenas al conocimiento de cualquier idioma occidental.
Un día ascendimos a la cumbre del impresionante volcán Aso, perdiéndonos en un descenso brumoso y confuso entre viejos camposantos sagrados, que nos trasladó sin pretenderlo hasta el mágico universo de fantasmas y espíritus que pueblan este archipiélago desde el principio de los tiempos.

Viajar por el Japón, un país siempre sorprendente, es de por sí una auténtica delicia. Haber tenido la fortuna de hacerlo por el “Japón Viejo” es todavía mejor.
Aquel primer viaje, me acercó para siempre a una comprensión abstracta de la existencia, vista a través de los ojos de una misantrópica y refinada sociedad, volcada en la importancia valorativa de los detalles estéticos más insignificantes, inaprensibles para la tosca comprensión occidental.

Los años han transcurrido. Muchos seísmos han pasado y pasarán por nuestras vidas, despertándonos aún a la magia del círculo, pero a pesar de ello, este primer viaje sentimental al Japón profundo, nos regaló algo mucho más preciado; la capacidad para intentar adentrarnos en la secreta pupila maculada de aquella dama sencilla y elegante, coraza de bambú sobre alma de flor de loto, que cada tarde nos servía el té en una casa de cuento japonés rodeada de pinos retorcidos y hortensias azules, dialogando con ardillas y gaviotas, y con la mirada posada en los reflejos dorados del atardecer reposando eternamente sobre su querido mar interior.
Algo que ya nadie podrá arrebatarnos.

lunes, 6 de abril de 2009

viernes, 27 de marzo de 2009


LA DECONSTRUCCION DEL PERSONAJE
(La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn)


Mathias se levantó como cada mañana y volvió a repetir el mismo gesto. Alargando el brazo desde la cama alcanzó un cigarrillo a medio acabar, y lo encendió entre toses cotidianas.
Un día más se asqueaba de su destino, y aspiraba mentalmente entre bocanadas la situación que le envolvía, constreñido entre las cuatro paredes de la pensión que ya a duras penas podía pagar. Un destino infructuoso le acompañaba desde hacía tantos años, que sus neuronas ya se negaban a presentarle una escena nítida de tiempos pasados y mejores.
Frente al espejo cuarteado, se miraba como cada día inspeccionando el paso de los años en su rostro, percatándose de que el intenso olor a comida recocinada que tanto detestaba, y se colaba por el ventanuco del destartalado aseo, aún le servía como antígeno para recordar algún olor infantil que le transportaba por unos fugaces instantes, a los recuerdos de campos plagados de lavanda en remotas primaveras.
Como cada mañana abandonó la pensión, con sigilo consentido por una patrona de pasado turbio que, de algún modo, se enternecía por este hombre misterioso y educado, que apareció hacía cuatro años por su establecimiento, con todas sus pertenencias reducidas a una maleta de tamaño medio.

Los últimos años de Mathias habían sido especialmente duros, y pocos conocían la asombrosa historia que se ocultaba tras su mirada triste y melancólica. Cada día repetía un paseo largo y solitario, inmerso en el ajetreo de la anónima muchedumbre urbana que flanqueaba sus pasos vacilantes por la Bellevue Strasse . Hoy apretaba con fuerza el Dunhill de plata acurrucado en el bolsillo de su gabán, a sabiendas de que era el último bien material que le quedaba tras las sistemáticas visitas a la casa de empeños.
Era plenamente consciente de que su tiempo llegaba a su fin. Llevaba años interiorizando el momento de su transición a la inexistencia. De hecho sus últimos años eran un preámbulo predeterminado a extenuar su amargo papel, para el que no encontraba explicaciones convincentes, y de hecho, sí tuviese que resumir el devenir de su vida, la pregunta que le asaltaba era siempre la misma ¿Todo esto para qué?
Al menos era consciente de que todas la cosas buenas y malas que le habían sucedido a lo largo de su vida no tenían ninguna justificación lógica para él, una vez descartadas las esperanzas místicas sobre una trascendencia que en su estado mental conformaban un horizonte detestable. Este era quizá el único anhelo humano que aún era capaz de distinguir en su desolado pensamiento; el deseo de dejar de existir de una vez y para siempre. Este factor se había convertido con el tiempo, en la única certeza esperanzadora en la que era capaz de creer, tras una insondable sucesión de perdidas siempre brutales e imprevistas. El aroma de Clara, la risa del hijo arrebatado, los años en Venecia...

Sentado en el banco del parque gris, una lágrima se deslizó lentamente por su mejilla hasta alcanzar la comisura de sus labios. La sal de una vida concentrada en una gota de líquido templado por los años.
Extrajo un cigarrillo cuidadosamente arrugado prendiéndolo con su última atadura material, brillante y plateada, y echó un último vistazo al rincón natural que le había acogido cada mañana desde hacía cuatro años. El cielo pardo presagiaba la determinación de otro nuevo invierno, y un viento helado sacudía las ramas desnudas desdibujadas a lo lejos entre fachadas de musgo envejecido.
Justo antes de apurar su última calada, fijó por casualidad su mirada en una mujer de mediana edad, que sentada en el banco de enfrente, se mantenía enfrascada en la lectura de un libro. Se detuvo a observarla con parsimonia, en una última contemplación simbólica a la fragante y perdida delicadeza femenina, y fue entonces cuando Mathias reparó en el libro que ella sostenía entre las manos.
Con una mirada discreta pero insistente volvió a leer el título de aquel libro: “La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn” por Ernst Grun....
Aquello era imposible, el título de aquel libro tenía su nombre impreso en grandes caracteres.
De un salto se puso en pie y se decidió a escapar de sus propias alucinaciones, sumido en un alterado estado de convulsión interna. Por otro lado creía haber leído hasta en tres ocasiones la portada del libro y decididamente le parecía algo completamente real.

Se apresuró a salir de Großer Tiergarten y emprendió el camino hacia la pensión.
-Debo tener fiebre- pensó.
En su camino se descubrió ante el escaparate de la librería Dussmann, y se detuvo al ver de nuevo el mismo libro que leía la mujer del parque.
Sobre un anaquel se exhibían varios ejemplares de un libro con portada en fondo naranja, en el que ahora volvía a leer repetidamente: “La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn” por Ernst Grundeg.
Un cartel vertical mostraba una foto en blanco y negro de un desconocido sonriente, subrayado como Ernst Grundeg.
Un escalofrío recorrió en ese momento todo su cuerpo. Aquello debía de ser una broma pesada. Era del todo imposible. ¿Quién y por qué, habría usurpado su nombre?, ¿era posible que alguien se hubiese apropiado de su identidad?, ¿quién era ese tal Grundeg?...

Apresuradamente se acercó a la entrada de la librería con la intención de adquirir el libro, y en ese instante recordó que no tenía dinero excepto un par de monedas pequeñas. No obstante se adentró en la librería y preguntó al primer dependiente por el libro del escaparate. Unos segundos después lo tenía entre sus manos, y leía tembloroso y a toda velocidad la reseña de la contraportada: “La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn compone uno de los mejores relatos de ficción de la narrativa contemporánea, un compendio de la vida encarnado en las raíces de Thomas Mann, que el profesor Grundeg ha creado de forma magistral...”
“Un texto intemporal que representa las veleidades de la existencia humana a través de las brillantes páginas de un personaje al que el autor bautiza como Mathias Feldhuhn, que comienza su memorable andadura con su infancia en el pueblo tirolés de Seefeld, su apasionada historia de amor con su esposa Clara, para acabar con...”
En ese momento el libro se escurrió entre las manos de Mathias, mientras trataba de encontrar un punto de apoyo para no caer desplomado al suelo.

-¿Le ocurre algo señor?-, El dependiente recogió el ejemplar con cara de desaprobación y le espetó -¿Va a comprar el libro? Mathias completamente pálido cayó en un pequeño taburete mientras el encargado de la tienda se acercaba a averiguar que es lo que ocurría.

No recordaba como había salido de la tienda de libros, pero sentado en un banco de madera de la calle Friedrichstraße trataba de recobrar el aliento, cuando ante él se detuvo un autobús que exhibía un panel publicitario en el que aparecía la foto de Ernst Grundeg, la portada del libro, y el siguiente anuncio:
Presentación y firma de ejemplares del best seller “La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn”, 4 de Octubre a las 20:00h en los almacenes KaDeWe.

Todo aquello comenzaba a ser una pesadilla para Mathias. Toda la situación se escapaba de su comprensión. Aquello era sencillamente imposible. Un sudor frío le recorría el cuerpo y sentía que de nuevo iba a perder la conciencia.
Su vida, sus perdidas, sus anhelos, toda su existencia se desvanecía ante el presagio de una amarga epopeya que tomaba el cariz de una burla continuada.

Al día siguiente el Berliner Morgenpost titulaba en primera página:

Berlín, 5 de Octubre.
Extraño y desgraciado incidente ocurrido ayer día 4 de Octubre en la presentación del libro del profesor Ernst Grundeg en los conocidos almacenes KaDeWe. Un individuo que trató de acercarse al conocido autor resultó abatido fatalmente por dos disparos de un vigilante de seguridad. Se da la trágica circunstancia de que el individuo sin identificar, portaba en la mano un encendedor de plata, que el vigilante confundió como un arma blanca. En el escenario de los hechos se encontró también una maleta vacía que se cree pertenecía al citado individuo. La Policía continua con sus pesquisas.
El autor se ha mostrado desolado por los acontecimientos, mientras algunas fuentes sensacionalistas han llegado incluso a especular con un atroz montaje publicitario para la promoción del libro, que por circunstancias ajenas a la editorial habrían terminado en dramática tragedia. En cualquier caso, el suceso no empañó el acto que transcurrió con un gran éxito para el autor, y que augura para su intemporal protagonista, Mathias Feldhuhn, una plaza permanente en el altar de los personajes inmortales de la historia de la Literatura Universal.


PS. Me permito informar a los lectores que he decidido que Ernst Grundel falleciera ayer, víctima de un accidente de caza.

Así de caprichosos se antojan los avatares de nuestra ficción existencial.

miércoles, 18 de marzo de 2009

“Es mejor no imaginar las consecuencias que se producirían, sí los habitantes del planeta llegaran a somatizar en su conjunto, su solitaria y aislada condición insular en el espacio” AP

martes, 17 de marzo de 2009

"Un país que explicite con sus leyes el que los trabajadores por cuenta propia no disfruten al menos del mismo nivel de protección y ventajas laborales, que el de los que trabajan por cuenta ajena, revela una desoladora sociología neofeudalista, abocada además al más rotundo de los fracasos." AP

viernes, 6 de marzo de 2009

“Hasta mi exilio voluntario, he tenido la fortuna de tratar a muchísimas personas en distintos países. De entre todas las categorías siempre me han interesado especialmente los que tienen nada y los que tienen prácticamente todo. Los recovecos de la mente de los primeros son más complejos, los de los segundos más evidentes pero no menos sorprendentes, y en general mucho más pueriles” - AP

martes, 3 de marzo de 2009

Cántico Molecular

(En algún lugar del hipotálamo)

Se escucha una tonada:

“...soy un caminante jocoso y contento, el mundo tengo delante y detrás el viento... ♫”

Grupo de moléculas: -¡Silencio!, escuchad, alguien canta, ¿Qué se oye?...-

Irrumpe en la escena una molécula de carbohidrato.

Grupo de moléculas: -¿Cómo osáis, acaso no sabes que está prohibido cantar?-

Molécula de carbohidrato: Lo siento, no lo puedo remediar...

Oncogen: -Esto es intolerable, a esta molécula hay que ajusticiar-

Molécula de carbohidrato: -No por favor, no volverá a pasar, el epitelio me ha confundido, mi sed acabo de saciar, y no se como parar la vibración que produce mi núcleo parenquimal, ¡pero es que ese Etanol es tan apuesto, y tan animal!...-

Oncogen: -Chsst...¡A callar!, Mírame a mí, yo soy un oncogen, mi voz es de barítono como buena molécula de carbono, y sin embargo jamás me escucharas un solo tono...-

Grupo de moléculas: (Risas), -será de baritono para que case con carbono...-

Oncogen: -Dejad de cuchichear, molécula díscola, ¿sigues con ganas de cantar?-

“...camino del brazo de la locura, dispuesto a cometer nuevas travesuras.... ♫”

Molécula de carbohidrato: -No sé que me pasa, pero no lo puedo remediar, mí núcleo no para de vibrar-

-El caso se torna singular-, el oncogén se vuelve a adelantar:

Oncogen: -Lo siento molécula, pero te he de amonestar.
Las reglas son estrictas y te has de plegar, a la implacable justicia celular. Te dejo la apoptosis como salida singular.-

Molécula de carbohidrato: -¿Yo?, ¿qué me suicide yo? Mi alma está contenta y no puedo dejar de cantar, es tan horrendo el crimen, que ninguna otra opción me das?-

Grupo de moléculas: -Esto es intolerable, encima no para de protestar (y de canturrear)
Llamad a las células madre, que de esto se han de enterar.-

Una célula madre irrumpe sin llamar:

Célula Madre: -¿Qué ocurre?, ¿qué es este alboroto?-

Grupo de moléculas: -es esa, la de siempre, parece que ha libado y no para de cantar, incluso parece que se ha llegado a enamorar-

“...pobre Till, pobre Till... ♫”

Célula Madre: -Por todos los genes, ¿es qué no te has de callar?, tu tonada se nos hace insoportable, te hemos dicho mil veces que tu función es sintetizar.-

Molécula de carbohidrato: Lo siento madre, una molécula de alcohol me vino a cortejar, y reconozco que me he dejado llevar. Mi núcleo parenquimal ha pensado que podía amar, hablé con la tía Endorfina, y me dijo que nada me podía pasar

El oncogén a la célula madre: -¿a que esperas?, ¿es qué lo vas a tolerar?, yo tengo un trabajo que realizar.-

Célula madre: -Por esta vez lo vamos a dejar pasar, la culpa la tuvo sin duda algún mal neuronal. Ese átomo revuelto que siempre vuelve a zumbar, cada vez que el hígado deja de sintetizar.-
-Molécula, sigue tu pasar; en unas horas todo esto lo has de olvidar, pero ya sabes que te está prohibido cantar, y desde este momento, con la neuronas te prohíbo que te vuelvas a juntar, y mucho menos que te vuelvas a enamorar.-
-Y en cuanto a Etanol y a Endorfina, déjalo de mi cuenta que yo les pondré en su lugar.

“...Detrás de esta farsa llora el corazón, camino del brazo de la locura, dispuesto a cometer nuevas travesuras... ♫”
“Pobre Till... ♫”


Dedicado a German Coppini por hacernos más llevaderos los malos tiempos para la lírica. Letra extraída de "Travesuras de Till" - Album "Devocionario" de Golpes Bajos. -Nuevos Medios 1985-

viernes, 27 de febrero de 2009

EL MUNDO DEL SIGLO XXI COMO REALIDAD Y REPRESENTACION

"La verdad que tomamos de otros, sólo es nuestra en el sentido que es nuestro un diente postizo." - Arthur Schopenhauer

Sería interesante que los semiólogos profundizaran más en la curiosa paradoja que las nuevas tecnologías nos han deparado a lo largo del pasado siglo XX, y las repercusiones de su evolución en la nueva centuria. Me estoy refiriendo en concreto al impacto real, aparentemente nulo, y de producirse éste, tan efímero como la propia duración de su visionado, que las imágenes virtuales en movimiento, tienen en el imprinting colectivo, y en su capacidad de conmover nuestra conciencia. Al fin y al cabo, no deja de ser un fenómeno extraño y bastante antinatural para el cerebro humano, que podamos apretar la tecla de un aparato y re-visionar imágenes en movimiento de catástrofes pasadas, o incluso de personas ya fallecidas, resucitadas por unos instantes con total naturalidad. Una reproducción atemporal, y a todo color de sucesos ya devenidos. Este fenómeno, que en un principio debería suponer una magnífica fuente de inspiración para rectificar el futuro en positivo, no acaba sin embargo de producirse de una forma clara. Estos mecanismos tecnológicos, serían más que suficientes para asignar la importancia adecuada a lo hecho y a lo dicho, y por lo tanto, indispensables para lo que se ha de decir. Pero como digo, y a la vista de los resultados, es muy probable que sí una cámara hubiese seguido los pasos de Jesús de Nazaret, paradójicamente su repercusión actual sería prácticamente nula, o en ningún caso hubiese reportado nada positivo a la difusión de su doctrina.

En cualquier caso, el hecho evidente para cualquier ser medianamente comunicado, es que la fuentes y posibilidades de información actuales jamás han tenido parangón en la Historia de la Civilización. Hoy en día es posible tener acceso en tiempo real a los acontecimientos sucedidos a miles de kilómetros de distancia, y en cualquier rincón del planeta. No cabe duda que esta circunstancia, en estado casi germinal, representará un cambio sociológico de enormes proporciones para las futuras generaciones, al disfrutar de una inmensa y prolija hemeroteca virtual de nuestro propio pasado.
La primera conclusión, es que esto produce evidentemente nuevos estados de conciencia concretos, derivados de la información recibida. Hoy es curioso anotar que la mayoría de estos seres comunicados, percibe que el mundo se encuentra en un estado de permanente convulsión, mucho mayor que en épocas anteriores. Es también obvio que esta percepción es rotundamente falsa, y no podríamos extendernos en los hechos objetivos del pasado, constituidos por matanzas, esclavitud, infecciones, guerras, plagas y epidemias, etc..., ya que la lista sería simplemente interminable. El mundo ha progresado, y de una forma exponencial, en todos los ámbitos excepto en uno también evidente, como es la conservación del planeta en su estado “natural”. Sin embargo, el sueño de un pasado feliz parece ser consustancial al ser humano desde el principio de los tiempos, y siglo a siglo esta interpretación se demuestra completamente errónea, ya sea por desinformación, manipulación informativa, o simplemente por la no fijación en nuestra conciencia colectiva de los sucesos no vividos directamente por el observador.

Descendiendo a los hechos prácticos, la conformación de nuestra realidad cotidiana, se ve sometida a una avalancha de imágenes recibidas, seleccionadas por terceros, que nos llevan incluso a formarnos opiniones y hasta a tomar partido, por sucesos diferidos y alejados, que pasan por la criba de las sucesivas interpretaciones subjetivas del que protagoniza la imagen, del que la toma desde un ángulo concreto, del que la selecciona, y de nosotros mismos como receptores del mensaje.
En definitiva una monumental construcción virtual de la realidad, ajena a los mecanismos tradicionales de percepción humana.

Una buena muestra de esta construcción se refleja en la situación actual de la economía mundial, que afuera parte de la falta de visión de los mandatarios del mundo para establecer mecanismos de regulación global, esconde una realidad mucho más preocupante, enmarcada en el agotamiento de los recursos energéticos actuales, y en su repercusión directa en los sistemas productivos, y en definitiva en el sistema de vida del mundo que conocemos. La energía que ha movido el desarrollo del planeta ha pasado por la fases humana, animal, y ahora mineral, siempre referenciadas al coste de su generación. La realidad de la presente fase mineral, producirá en un corto espacio de tiempo una transformación obligada de los sistemas de transporte colectivo en el mundo, reduciendo su velocidad actual, e incrementando su coste de manera exponencial hasta que se descubran nuevas fuentes alternativas.
En este punto será muy interesante observar el impacto sociológico de esta involución física, frente al desarrollo también exponencial, pero en sentido contrario, de la velocidad y difusión de la información virtual, tan poco efectiva al parecer, a efectos prácticos, en la conciencia colectiva. La agotadoramente difundida visión famélica del continente africano y la ausencia de soluciones practicas al respecto, es la mejor prueba de este efecto.
Las consecuencias de este fenómeno son difíciles de prever, y la previsión de un mundo que vuelva a retomar sus verdaderas dimensiones geográficas, frente a otro virtual que reduzca distancias y tiempos hasta límites insospechados, es francamente interesante.
Una ingente oleada de acontecimientos simultáneos retransmitidos por terceros, de difícil selección en primera instancia, y de imposible constatación y acceso material.

Sí el gap entre el estado de la técnica real y el de la virtual se prolonga en el tiempo, nos enfrentaremos a un mundo reducido a una mera representación instantánea de realidades lejanas, de difícil demostración, e interpretadas y dirigidas por intereses difícilmente identificables por su enorme complejidad. En definitiva, un perfecto y preocupante caldo de cultivo para el resurgimiento de la superstición como modo efectivo de pensamiento global, diametralmente opuesta a la naturaleza técnica que ha generado el proceso.
En cualquier caso, y a la vista de las efímeras repercusiones efectivas del espionaje virtual a nuestro pasado, que nos proporcionará el avance de la técnica en la conformación de esta construcción en nuestro imprinting colectivo, es fundamental albergar la esperanza del mantenimiento en la especie humana de algo tan esencial, y consustancial a nosotros mismos, como la constatación directa y personal de los hechos a la hora de construir la realidad, que conforma y distingue nuestra cotidiana y subjetiva percepción del mundo que nos rodea.

Afortunadamente, la sabia naturaleza parece consolarnos con que, al fin y a la postre, todos llevamos un auténtico Dídimo en nuestro interior.

jueves, 19 de febrero de 2009

He tenido la fortuna de asistir a bastantes espectáculos taurinos, acompañado por un auténtico maestro en la materia. Esta es sin duda una gran ventaja a la hora de indagar en la belleza esquiva de nuestra particular visión de una fiesta, en la que siempre termino concluyendo lo mismo: Ambos, toro y torero, son simultáneamente hombre y animal.

Una lucha transitiva y fratricida entre razones, que escenifica a la perfección la perpetua y auténtica realidad del ballet de la vida, circunscrita al albero circular del tiempo.

viernes, 13 de febrero de 2009

“En nuestro sufrido País, cada vez parece más evidente que el montaje administrativo del Estado, que nuestros ínclitos y sectarios políticos nos han vendido, es simple y llanamente inviable económicamente.
El disparate de los 17 mini-estados provincianos, con el impresionante aparataje y coste que conllevan, no sería ni siquiera razonable para los imperios más ricos de la tierra.

Lo más desesperanzador es que los ciudadanos parecen no advertir este extremo, que irremediablemente nos acaba conduciendo hacia la indeseable senda de las consecuencias derivadas de vivir por encima de nuestras posibilidades, siempre sin considerar nuestra actual y verdadera dimensión real en todos los ámbitos.

Y todo este sinsentido, para continuar alimentando la maquinaria vital de una nueva casta de caciques locales, impostados bajo el manto de nuestra imberbe democracia, y amparados en la bandera del uso del sentimiento territorial como arpón ideológico.
Quizá algún día aprenderemos el desconocido significado del termino Economía de Escala.
Y de nuevo a buscar el tiempo perdido”

jueves, 12 de febrero de 2009

Rumbo a Bajamar
“Vivimos como soñamos, solos” - Joseph Conrad

Pocas cosas son comparables a sentir el pulso vital transmitido por una rueda de timón para alguien que ame el mar y los barcos. Estas sensaciones, aún mayores si manejamos un timón de caña y nuestra embarcación lucha con el viento en un mar siempre cambiante, producen una rara ensoñación inevitable para los que somos felices con unas cuantas brazas de agua bajo nuestros pies. Desde esta situación, el mundo de tierra firme pierde todo su valor, hasta convertirse en agradable y pura especulación de futuras e inciertas venturas. La vida sobre un espejo.

Apenas unas horas antes trepaba por la escala real, con la determinación habitual que proporciona la cotidiana práctica mental de imaginar nuestro último embarque con Caronte.
Eran las seis de la tarde y soltábamos amarras en otro invernal crepúsculo cartaginés.
Partíamos con la certeza de la observación melancólica de aquellos que se ensoñan, cada vez que una nave cobra vida y se aleja en el horizonte. Unos minutos antes habíamos desembarcado al gatuno práctico por el costado de babor, y ahora podía sentir en mis manos el volumen de agua, que lamiendo nuestro casco de acero, escurrían nuestras 10.000 toneladas de peso muerto mientras zigzagueaba sutilmente para librar el Cabo Tiñoso. El mar apacible disfrutaba su bonanza, convertido en poza de agua plomiza y magenta. El ronroneo de la máquina eclipsaba el rumor de nuestra estela, mientras íbamos progresando hasta nuestra velocidad de crucero mantenida en los trece nudos.
El puente iba quedándose desierto y mis desvelos se centraban ahora en posicionar mi "Otago" temporal, en el waypoint exacto, para activar el piloto automático con rumbo a pasar Cabo de Gata.

La primera noche de navegación transcurrió apacible, proporcionándonos un magnífico amanecer que nos acercaba con optimismo al siempre delicado paso del Estrecho. Prismáticos en mano, y con los ojos puestos en la pantalla del radar cruzamos decididos entre cardúmenes de pesqueros faenando, siempre atentos a la conversación de Control de Tráfico a través del VHF. La inevitable salida al alerón de estribor para contemplar el magnífico Peñón de Gibraltar, que se yergue majestuoso, y ajeno a nuestra doméstica afrenta.
Parsimoniosamente íbamos penetrando el canal que confunde mares y océanos para enfilar Punta Malabata, adentrándonos en el Atlántico con un mar de leva del noroeste que, enviado por San Vicente, maravillaba por la simetría de sus pronunciadas crestas, desde la perspectiva que nos proporcionaba la altura de nuestro puente a proa. Navegar con un barco de este tipo, conocidos como “rompedientes”, puede llegar a ser realmente incómodo cuando las adversas condiciones lo propician; y sin embargo la meteorología había querido hasta ahora, acallar las roncas campanadas del ancla prisionera en su escobén.

El viaje transcurría ameno, gracias a las magníficas tertulias mantenidas con el peculiar carácter que imprime el perfil de los Hombres de Mar, siempre con mucho que ganar, y sin ningún miedo a perder. Un alma ligera para una ligera existencia. Un carpe diem vital, siempre escondido en las pupilas de los que han tragado muchas millas náuticas. Nuestro viejo capitán, estirpe de antiguos Capitanes de Altura, mantenía conversaciones siempre interesantes, tras las sensacionales comidas que nuestro cocinero servía. Nadie familiarizado con el mar, debe desconocer que en los barcos mercantes se come mejor que en muchos restaurantes, y que obviamente el cocinero es una pieza básica para mantener el humor de un grupo de personas diferentes y aisladas del mundo, en un microcosmos rodeado por un entorno claramente hostil.

Las nubes aborregadas corrían impulsadas por un poco habitual Alisio, y posaba mis ojos en el horizonte escrutando un destino siempre incierto y excitante. En el cielo las estelas de los reactores arañaban el añil en un canto de presunción técnica, indicándonos testarudos el final de nuestra, para ellos, lenta singladura. Esa noche la temperatura invitaba a contemplar, emboscado en la guarda del alerón, un impresionante espectáculo de estrellas y constelaciones que inevitablemente justificaba el desapego a la vida terrenal. Y el amor al Mar y a su belleza indómita.
Una vez más, navegaba con suerte y rumbo a Bajamar.
En ese preciso momento, recordé a aquel personaje al que apenas conocí.

Al día siguiente el viento calmó, y un resto de mar de fondo nos empujaba a trompicones hacia la inconfundible silueta volcánica que rodea Santa Cruz, en una sinfonía de colores azul y lejano verde.
Mi destino era Bajamar, como años atrás lo fue para él. Un exilio voluntario al mar, y ajeno a todo aquello que defeca la vida continental. Una isla de color mazapán, y un rincón de costa oscura y abrupta que regala las mejores puestas de sol del mundo, acurrucado al sur de Taganana, en un portaviones zen ajeno al movimiento de sus almas.
En otro tiempo compartí ese crepúsculo con el propio Eduardo; un hombre marcado por los años, que encontró la puerta del agujero sideral de la trascendencia en una costa dura y agreste, de clima balsámico y optimista, y ahora una vez más, volvía a aquel escenario mágico e irreal de su elegante y silencioso retiro existencial.

He imaginado muchas veces, la intima escena de este hombre bueno a lo largo de los últimos años de su vida. Los recuerdos japoneses, la juventud perdida, las cabalgadas a lomos de su Harley, sus fieles compañeros caninos, sus pinturas, sus mujeres, su eterno pañuelo al cuello, su tiempo pasado difícil y hosco. Todos juntos sentados en el pequeño porche, que a modo de balcón ofrecía incesantemente el mejor espectáculo crepuscular del planeta, en un horizonte de mar dorado infinito, arrullado por el fragor de las olas rompiendo contra los roques.
Ese día volvía al escenario de su secreto, de su rincón privado, y recordaba como si fuese ayer su risa jovial, consustancial a todos los que han conseguido vencer la desilusión de una vida siempre injusta y breve, sometida muchas veces a las circunstancias de los demás. Un lugar perfecto para prepararse a realizar la última singladura, siempre hacia el oeste, en el vano intento de cazar el rojo disco solar que un día para todos nosotros, dejará de iluminar.
Difícil encontrar una solución mejor para un hombre de sus características.
Un inconmensurable y olvidado artista, que soñó a todo color en tiempos de blanco y negro.
¤
Dedicado a Eduardo Jiménez de la Espada

viernes, 6 de febrero de 2009

Parece obvio que la reciente tendencia sociopolítica de Occidente pasa por transformar los valores en buenas intenciones, y convertir los privilegios en derechos. No cabe duda que estamos comenzando un nuevo siglo lleno de incertidumbres. Como siempre.

martes, 3 de febrero de 2009


RAZONALISMO Y EXISTENCIA: Principio y enunciado de la Ecuación Universal

(Primera parte)

Preámbulo enunciativo relativo a las interpretaciones filosóficas anteriores al Razonalismo:

Repasando la historia de la Filosofía, es sorprendente advertir el grado de sofisticación alcanzada por los filósofos griegos en todo lo concerniente a la existencia y a la conformación del Universo. El valor de sus clarividentes postulados es doblemente asombroso, si consideramos el exiguo estado de la técnica en aquellos tiempos. Sus aportaciones en el campo de la determinación de la materia que nos conforma constituyen la base del pensamiento occidental, y por tanto son una referencia ineludible para el pensamiento razonalista. Es por ello conveniente mencionar aunque sea brevemente, a algunos de los personajes más representativos de esta corriente de pensamiento, compuesta por los verdaderos pioneros del pensamiento en el ámbito de la Cosmología.
La primera fuente de conocimiento al respecto se remonta a la Filosofía Preática (600-450 AC) y a los antiguos físicos, también conocidos como filósofos de la naturaleza, que buscan el origen de la Materia, esperando encontrarla en elementos materiales. Anaximandro De Mileto, muestra en su búsqueda de la materia prima, una intuición, relativa a que las cosas de este mundo no pueden explicarse por la materia existente. Mencionó lo indefinido (apeirón) sometido a cuatro características: Cuantitativamente infinito, temporalmente indefinido, cualitativamente indeterminado y religiosamente divino. Creador de la idea del Cosmos, desarrolló su Teoría del Origen del Mundo a partir del movimiento que separó los dos contrarios del calor y el frío, dando lugar a lo sólido y a lo líquido, a partir de lo cual desarrolla su curiosa Teoría de los Cilindros. Anaxímenes de Mileto abundó en esta teoría dándole a la materia indefinida, el aire como elemento sustentador de la misma. Todo surge del aire por rarefacción y condensación. Heráclito de Efeso (el oscuro sokeitós) basó sus teoría en la transitoriedad y en la creación a partir del fuego, siendo además el primero en hablar de Año Cósmico. Su explicación del ser como un hacerse y deshacerse resucitó más tarde con Hegel. Los pitagóricos preocupados por la astronomía no aportan grandes novedades, excepto por su observación de la Ciencia como referencia incuestionable, hasta la aparición de los Eleatas, con su concepto del ser inmutable, convirtiéndose en la primera fortaleza de la metafísica.
Debieron transcurrir muchos siglos hasta que la Filosofía, en su constante evolución, volvió de nuevo su mirada a la conformación básica del Universo, apoyándose en los avances científicos y técnicos. En ese largo camino encontramos periodos del pensamiento enfocados más al comportamiento humano, dejando las cuestiones existenciales y cosmológicas al albur de la influencia y mediatización de las doctrinas religiosas, que como es evidente se encuentran aparentemente muy alejadas del camino de la Ciencia.

En la actualidad, el avance del conocimiento permite volver a retomar el asunto desde nuevas perspectivas que harían las delicias de los intuitivos filósofos Preáticos, siendo Einstein el máximo exponente contemporáneo del nuevo abordaje al conocimiento de la naturaleza que nos envuelve y conforma.
Los últimos estudios en Astronomía y Cosmología, comienzan a poner en entredicho la famosa teoría del Big Bang enunciada por el científico George Gamow. La teoría se desarrolló en base a los trabajos de Friedman y Lemaître, demostrando a partir de la Teoría General de la Relatividad, que el Universo se encuentra en movimiento constante. Las comprobaciones de Hubble fueron determinantes para constatar el movimiento de deriva de las nebulosas, y en definitiva de la expansión aparente de las mismas. Es curioso e importante constatar, que el propio Einstein corrigiese a posteriori los postulados originales derivados de su Relatividad General, introduciendo un elemento denominado Constante Cosmológica, que con carácter de fuerza gravitatoria repulsiva, contrarrestaba el movimiento expansivo, y todo ello con el único fin de aportar un elemento de estabilidad universal, contradictorio con su enunciado original.
Uno de los más famosos defensores de la Teoría del Big Bang ha sido el científico Steve Hawkins, que ha conseguido avanzar significativamente en el desarrollo de la misma. La teoría si bien original, adolecía de grandes fallos conceptuales convirtiéndola en un poco pueril, y en cualquier caso, ha supuesto una interesante perspectiva para alumbrar nuevos caminos de interpretación en la mecánica astronómica, y en la investigación de la física de partículas. El CERN es una buena prueba de ello, y su éxito nos devendrá nuevos descubrimientos interesantes, especialmente en el campo de la Física Cuántica y de la Medicina. No lo serán tanto para aquellos que fraguan sus esperanzas, en demostrar la famosa teoría del huevo explosivo.
En el rabioso presente, el debate se centra en la Teoría de las Branas desarrollada por varios profesores de la Universidad americana de Princeton, constituyendo otra interesante reflexión sobre nuestra telaraña, y que aporta como valor apreciable e innovador (salvo para las religiones orientales), la nueva noción de Universo cíclico, que se contrae y expande alternativamente, destruyéndose y reconstruyéndose sucesivamente.
Una vez repasado el panorama actual, pasamos a enunciar los postulados razonalistas al respecto:


Teoría del Universo Ebulliscente

En primer lugar señalar que a efectos humanos, nuestra capacidad limitada para comprender las dimensiones del Cosmos hacen que a todos los efectos, éste deba ser considerado como infinito e inabarcable, y carente de forma. Cualquier otra consideración al respecto, en nuestro estado actual de la Técnica, puede resultar tan atractiva como atrevida, y desde un punto de vista filosófico los límites del Universo no serían más que relativos, ya que todo lo que existiese a partir de los mismos también debería considerarse como parte del Universo. Estimar por tanto su movimiento relativo, tamaño, trayectoria, o aspecto es simplemente un ejercicio todavía inalcanzable para el conocimiento humano, e inútil desde una determinación filosófica. Es evidente por tanto, que todas las conclusiones al respecto, son casi con seguridad absolutamente irrelevantes, salvo para la obtención de unos parámetros vectoriales que preemitiesen hoy por hoy, establecer waypoints en hipotéticos viajes estelares en nuestro entorno limítrofe, en un radio de 100 millones de años luz.

El Razonalismo descarta por tanto cualquier especulación encaminada a determinar formas o dimensiones, que dejaremos para futuras generaciones, para centrarse en el, todavía enigmático, aspecto relativo a la conformación y composición de la materia que constituye lo que denominamos Universo.
Sobre su composición, sin duda se avanzará en un tiempo relativamente escaso.
La conclusión razonalista generada a partir de patrones cuánticos, con respecto hasta a lo ahora conocido, nos establecería una primera conclusión preliminar, que apunta a que todos los elementos que lo conforman se componen de una misma partícula básica.

Esta partícula a la que bautizaremos “Razón” como homenaje a nuestra doctrina, se halla en la composición básica de todo lo que nos rodea, y su esencia material se encuentra a un nivel infinitamente inferior a nuestra actual capacidad de descomposición atómica. La naturaleza de la misma es hoy por hoy un misterio, y sin embargo sí sabemos que se caracteriza por su versátil capacidad de asociación, tan versátil, como para conformar estructuras tan variadas como la propia Naturaleza. Esta partícula elemental posee dos características complejas, por un lado es indestructible, y por otro inerte. Especular con la cantidad existente de las mismas es también inútil, desde el momento en que queda un vacío de conocimientos entre el escalón formado desde el nivel de su verdadera dimensión y el del actual conocimiento de partículas subatómicas.
El Universo se encuentra por tanto compuesto en esencia, por un magma cósmico constituido por infinitud de elementos denominados “Razones”, de semejante composición.

Como hemos apuntado antes, la capacidad de asociación de los “razones” se muestra evidente en la naturaleza, evitando el estado de homogeneidad estática que supondría la falta de interacción entre los mismos.
Teniendo en cuenta el postulado del carácter inerte de los “razones”, es presumible que la citada interacción entre los mismos únicamente se pueda producir a partir de una fuera externa. Esta fuerza compleja, denominada Factor Perpetuo, es el otro elemento fundamental para explicar las diferentes asociaciones, que conforman cualquier estado tanto de la materia, como de la denominada erróneamente anti-materia, y como desarrollaremos más adelante, se compone de dos elementos diferenciados.
La influencia del Factor Perpetuo es por tanto consustancial al propio Universo.
El mismo, es el responsable de una aparentemente ilimitada transformación de la materia básica, hasta adoptar todas las formas combinatorias posibles en la naturaleza perceptiva, a través de unas “dosis” determinadas de radiación, que posibilitan la alteración simultánea y sucesiva de, temperaturas, presiones, y de campos electromagnéticos y gravitacionales.
Esta tesis concluye, que es efectivamente cierta la “inestabilidad” constante de todos los “razones”, avalando por consiguiente la valiosa teoría de la indeterminación de Heisenberg, que en román paladino, establece la imposibilidad de concretar la posición instantánea de una partícula al estar ésta en constante movimiento. La conclusión lógica es que todas las partículas se encuentran en movimiento, y por tanto no existe una millonésima de milímetro del caldo cósmico “razonal”, que no se encuentre en movimiento constante. La determinación de posiciones o movimientos en este contexto siempre será relativa, y por tanto irrealizable para nuestra capacidad de calculo matemático.

Enunciado de la Ecuación Universal:

La perspectiva de construir una ecuación universal surge a raíz de la visualización de lo tratado en el apartado anterior. Una masa de partículas en ebullición constante y diferente en las diferentes extensiones de su extensión.
La determinación matemática de los postulados anteriores se traduciría bajo esta ecuación básica:

Universo = ∑ Partículas Básicas + ∆ Factor Perpetuo

Siendo ∆ Factor Perpetuo = Constante Universal KU x Radiación Permanente RP, la misma se puede descomponer en:

Universo = ∑ Razones + [Constante Universal x (Radiación Permanente)]

Las partículas básicas, “razones”, se ven sometidas por tanto a las intrincadas, y todavía desconocidas en algunos casos, Leyes físicas que conforman a nuestros ojos su apariencia sensorial, limitándose en definitiva a adoptar diferentes formas de materia o antimateria, según la incidencia de la Radiación Permanente recibida en un dosis condicionada para cada una de ellas por la Constante Universal
La Radiación Permanente es mensurable parcialmente por el momento, y por tanto aún estamos comenzando, en proceso inverso y a partir de la simple observación experimental, a comprender la amplitud de su espectro y la acción básica sobre las diferentes asociaciones de partículas subatómicas creadas a partir de la de interacción de la misma con las partículas básicas o “razones”. Su mecánica es cuánticamente impredecible.
La ecuación contiene un último factor matemático, denominado Constante Universal, cuyo valor cuántico es constante y aleatorio simultáneamente, ya que conforma la misma, deshaciendo la homogeneidad del "Gel de razones". Sobre este factor poco sabemos, salvo que se aplica a una radiación eterna y permanente, que mantiene a las partículas básicas en perpetua ebullición. El análisis de su potencial mecánica, adaptada a la mente humana, debería tener en cuenta, que desde un punto de vista matemático mantiene las siguientes características: Su acción es permanente y simultánea, y su valor nunca puede repetirse, siendo siempre único.
Al ser un factor aleatorio, la medición del mismo requiere un calculo tan amplio, como el del numero infinito de partículas Básicas del Universo, en combinaciones ilimitadas.

Es evidente, que las exégesis acerca de la naturaleza del Factor Universal se presta a multitud de interpretaciones, algunas por supuesto de índole místico o religioso.
Este factor en definitiva condiciona nuestra propia existencia y el de todo nuestro entorno vital. En cualquier caso, el Razonalismo únicamente determina los mecanismos de la esencia existencial, y por tanto cualquier otra explicación ajena a la física de partículas escapa de su ámbito filosófico, y se enclavaría en desarrollos sociológicos, místicos y religiosos ajenos a este capítulo, sin que todo ello sea óbice para permitir una libre y legitima interpretación individual.

(Sigue...)

viernes, 30 de enero de 2009

Un Golfo en Tehuantepec

“Todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias, eso es Marcos” - Rafael Guillén

Me cuestionaba mi proverbial habilidad para caer siempre cerca de las resacas de Dios, mientras obediente me abrochaba el cinturón de seguridad. Tras una interesante y siempre recomendable escala táctica en Oaxaca de Juárez, nuestra pequeña aeronave se encaminaba vacilante a la cabecera de pista, bajo un cielo que presagiaba un vuelo similar a su tono zaino y azabache, resignada al destino del heliotropo bajo la ventisca. La aeromoza repartía apresuradamente paquetes de seis latas de cerveza Tecate entre cada uno de los cuatro compañeros de viaje que invadíamos el estrecho fuselaje. Sabía que cualquier intento por obtener unas gotas de mi viejo Chivas era del todo inútil, por lo que tuve que aceptar sin rechistar aquella impuesta y singular ración de lúpulo de la que algunos se apresuraban a dar cuenta. Tras unos apasionantes minutos que hubiesen hecho las delicias de cualquier aspirante a cosmonauta, nuestro habilidoso comandante americano, tocado sin duda por la dama de Loreto, posó aquella garrapata volante con innegable destreza en una pista encharcada que escurría un viento cruzado de muchos nudos.
Era el año de Hugo, y nuestro destino un nombre tan evocador como Puerto Escondido.

El panorama que ofrecía el nuevo paisaje de aquel atardecer regado con la bilis vomitada por el famoso huracán, se podría definir simplemente como desolador. Pese a todo, la pequeña terminal semi-inundada acabó devolviéndome con mexicana cortesía todos mis enseres, bajo un pegajoso y sofocante calor, y sin más daño que algún ligero toque en mi acolchado tri-fin.
Contento a pesar de estas circunstancias, y bajo el intenso sonido de los generadores eléctricos de emergencia, resolví encontrar un alojamiento conveniente, encomendándome a las insistentes sugerencias de un diligente conductor, que prometía depositarme en el mejor establecimiento de todo Puerto Escondido.
Pocos minutos después llegábamos a un pequeño e inolvidable edificio de adobe, presidido por un cartel rotulado toscamente, en el que se leía “Hotel Arco Iris”, bajo una intensa lluvia torrencial, que dificultaba el embarrado avance de nuestra destartalada camioneta.

La oscuridad de la noche comenzaba a sumarse a la climatológica bajo el estruendoso fragor de un mar confundido con el feroz estruendo de rayos y centellas, que desmentía incesantemente su pacífico nombre.
Aquel intento de hotel, recién inaugurado en aquellos tiempos, y del que posteriormente disfrutaría por su inmejorable situación en plena playa de la Zicatela, era a pesar de las apariencias, el mejor aposento posible como posteriormente constataría, y en cualquier caso, el panorama del exterior no invitaba a buscar ninguna alternativa mejor.
Me debatía en estos pensamientos tumbado en mi catre, mientras observaba con preocupación las aspas metálicas del gigantesco ventilador que oscilaba inestablemente sobre mi cabeza recordándome el invento del Dr. Guillotin. Las decenas de pequeños insectos negros y crujientes que deambulaban por el suelo de mi estancia y la ausencia de mosquiteras dando paso franco a mosquitos que harían feliz a Patarroyo, no fueron obstáculo para conciliar el sueño, arrullado por los cansinos silbidos de una pareja de salamandras, emboscadas en la cadena trófica que constituía mi habitación.

A la mañana siguiente, pude contemplar de nuevo el siempre magnífico espectáculo del Océano Pacífico más tropical, amaneciendo con fuerza sobre una de las ensenadas más bonitas de México, casi virgen para los turistas en aquellos días. Las siguientes jornadas transcurrieron sin excesivos sobresaltos salvo los derivados del descubrimiento del sapo del tamaño de un gazapo, con el que conviví dentro del cuarto de baño de la habitación hasta el final de mi estancia, disfrutando de algunas sesiones de olas inolvidables una vez que las secuelas de Hugo fueron disipándose, reduciendo y ordenando los infinitos tubos de más de cuatro metros, que formaban cremalleras perfectas en el horizonte.

La última etapa de aquel viaje se completó a la perfección. En aquellos tiempos de azar programado, coincidí en la inmensa playa desierta con una reportera del Paris Match, que al igual que yo, mantenía una necesaria curiosidad por los acontecimientos sociopolíticos que comenzaban a fraguarse en el vecino estado sureño de Chiapas. Este encuentro propició un interesantísimo viaje por etapas hasta la frontera Guatemalteca, en el que visitamos Puerto Ángel, Salina Cruz, y el entorno de Puerto Madero.
Un bello e insalubre recorrido por uno de los rincones olvidados de los Estados Unidos Mexicanos, en el que de forma casi premonitoria, mis interlocutores se sorprendían por mi dominio del idioma español.

Unos años más tarde, pude ver en la prensa el familiar rostro de un personaje embozado, al que se le atribuye la ocurrente frase “disculpen las molestias, pero esto es una revolución”, y me vinieron a la memoria los fantásticos días que el misterio mexicano siempre me ha querido regalar, aderezado con el recuerdo imborrable de un Pipeline en español, alimentado por ojototes, tacos variados, proscritos huevos de tortuga, y profusamente regado con el elixir dorado del viejo Jimador.

miércoles, 28 de enero de 2009

“Los insignes políticos españoles del momento deberían, aprovechando la mejora de conocimientos económicos de sus conciudadanos, fomentar, impulsar, liderar, y en definitiva pro-piciar, con carácter de urgencia, la creación de la Unión Económica Iberoamericana (U.E.I.). Amigos Iberoamericanos, tenemos experiencia sobrada en la materia, dado nuestro liderato indiscutible en la administración y creación de infraestructuras administrativas descomunales e inútiles, y todo ello sin contar que nuestros líderes mantienen la misma talla intelectual que los de ustedes. Una fenomenal combinación. La impronta que hemos dejado a nuestro paso por la Comunidad Económica Europea*, y los ecos por expulsarnos de la misma, avalan el argumento.
Y nuestro/vuestro Rey volvería a tener Vi-Reyes”

*Hemos desplumado a los Europeos mediante los fondos de Cohesión, por un monto infinitamente menor (aunque considerable), al que nos deben tras su saqueo a nuestro tesoro americano, asiático, africano, oceánico y hasta europeo. ¡Eslavos, a trabajar!

martes, 27 de enero de 2009

España como encrucijada Razonalista

“En presentes indeterminados, el futuro siempre escapa cada vez que nos enfrentamos por un pasado determinado” AP

No es infrecuente en estos tiempos, escuchar algunas voces interesadas desde ámbitos políticos de nuestro propio país, predicando algo tan asombroso como la tesis de la inexistencia de España. Es probable, que para cualquier lector medianamente instruido, esta aseveración pueda resultar poco menos que hilarante, considerando que durante un largo periodo de la Historia fuimos la nación más rica y poderosa del planeta, conformando un Imperio, que historiadores tan brillantes y poco sospechosos como Toynbee, definen como un fenómeno sin parangón en la Historia Moderna de las civilizaciones.
Sin siquiera considerar extremos culturales, religiosos, o lingüísticos, esta posición históricamente incuestionable, facilitó la lógica aparición de todo tipo de adversarios y oponentes, que como en todos los procesos imperiales de la Humanidad, forjaron (y forjarán) una corriente anti-imperial que en nuestro caso, y entre otros muchos efectos, germinó por ejemplo en la famosa Leyenda Negra. Un atento estudio de la Historia, descubre que las secuelas sociológicas de esta beligerancia nunca son estériles, permaneciendo activas durante largos periodos de tiempo en el imprinting colectivo de dominados y dominadores, y también somatizadas por estos últimos al experimentar los crueles momentos del ensañamiento inherente al desmoronamiento de cualquier sistema de vida, impuesto desde una posición de predominio.
El sentimiento de culpa español sobre nuestro pasado, que parte sin duda de esta característica, se ha mantenido (y se mantiene) vivo a lo largo del tiempo, en forma inversa pero proporcional a la significación de nuestro propio papel en la Historia, sumado al juicio valorativo del pasado, reavivado últimamente por una nueva y pueril tendencia revisionista del análisis de hechos y acontecimientos, fuera de su contexto histórico. En este y cualquier otro ejemplo de valoración historicista, es sencillamente absurdo y estéril valorar los hechos del pasado bajo una perspectiva actual, salvo como frívolo y poco novedoso ejercicio demostrativo de las doctrinas de Hobbes.

En cualquier caso, el punto de vista razonalista no se detiene como digo, en el enjuiciamiento valorativo de la Historia; es obvio que este apartado se encuentra cubierto perfectamente desde otro ámbitos académicos consagrados a ello. Desde la perspectiva razonalista, agazapada en la atalaya del siglo XXI, el juicio convencional de la historia no tiene más importancia, que el dimanado del aprendizaje sociológico de los pueblos, que se pueda extraer para no reincidir en errores del pasado, y para alentar los puntos positivos de éste, que propicien la construcción de un futuro mejor. En este punto, la experiencia española, con todos sus errores y aciertos, resulta insuperable dada la riqueza y complejidad de un pasado patrimonial que convierte a nuestros conciudadanos en portadores de excepción, del vasto conocimiento extrapolable de un sinfín de lances y avatares, experimentados en nuestra convulsa interacción con la Historia de la civilización. Es también evidente que esta conciencia sólo podrá adquirirse de forma practica, mediante el cuidado de la enseñanza, y de la expansión y mejora del conocimiento en nuestro país, algo por otro lado desperdiciado hasta ahora en todo su potencial, por los mediocres políticos que han regido y rigen nuestra corta andadura democrática. Pero aún a pesar de ello, la herencia patrimonial es tan sólida que se seguirá manteniendo incólume a lo largo de los siglos, a pesar de la circunstancial y efímera actuación de estos próceres. Nuestro pasado reciente es la mejor prueba de ello.

En estos tiempos de desaliento y desanimo, se ha instalada una idea apocalíptica siempre consustancial (y también errónea) a los periodos de crisis, consistente en denostar sistemáticamente la verdadera importancia filosófica que representa España, acrecentada por ciertas espurias opiniones políticas, que desconocen un extremo tan evidente, como el que cualquier ser sometido a la observación del universo, es a la vez tanto lo que él percibe de sí mismo, como lo que es percibido por los demás. Este compendio, en el que no voy a parar a medir porcentajes, es fundamental para comprender nuestra verdadera esencia existencial.
En una aplicación práctica y evidente de este argumento, resultaría muy sencillo constatar el valor abstracto de nuestra existencia, a partir de la noción que nuestros vecinos mundiales tienen de nosotros. De entre todos, el conjunto de naciones hispanoamericanas es obviamente, la mejor referencia para demostrar esta tesis. Desde luego ellos saben perfectamente quienes somos, y el término Madre Patria es lo suficientemente explicativo como para no abundar en el asunto. Sea cual fuere su opinión afectiva o ideológica, sobre lo que no existe duda, es sobre la existencia de la misma, bendecida con sus heterogéneas valoraciones. Sería por tanto muy cruel despojar a más de seiscientos millones de personas de esta referencia vital. El espectro se podría ampliar a ámbitos geográficos que nos llevarían a los polos mas lejanos del planeta, acordes a las dimensiones de un Imperio, en el que como bien es sabido, nunca se ponía el sol. Esta realidad, mal que le pese a algunos, es tan sólida por sí misma que cualquier intento por alterarla se demuestra completamente inútil.

Muchos argüirán que España existió desde hace seiscientos años, otros se remontarán a Hispania como provincia romana, otros al momento en que España tiene Ministro de Igualdad y Defensor del Pueblo. En realidad, esto es lo de menos.
El razonalismo acepta ambas tesis, la de nuestra existencia desde el principio de los tiempos, y la de aquella restringida al inmenso mínimo que supondría su existencia como mera representación. Nuestra existencia es por tanto indiscutible.
La interpretación razonalista de esta existencia se rescata de ambas partes, realidad y representación. Ninguna de las dos debe condicionar el futuro proyecto de pensamiento nacional. Es más, ambos planteamientos deben ser aprovechados para reformular nuestro futuro como Nación de referencia en el panorama del pensamiento global.
Un pueblo heterogéneo, como consecuencia de nuestra magnífica posición geoestratégica, generada en el pasado a partir de nuestra propia acción expansiva, y que aglutina una experiencia formidable.
Nadie con un mínimo de conocimientos podría negar que España está conformada por un millón de sangres, y esto por encima de cualquier otra consideración, es una auténtica bendición para la doctrina razonalista. Es precisamente esta variedad la que ha permitido, que al margen de los pésimos dirigentes que casi siempre hemos padecido, las individualidades hayan conseguido eclipsar la falta de buen gobierno. Actualmente muchas voces claman el desastroso rectorado de nuestro destino común. Menuda novedad. Esto se ha repetido sistemáticamente, y a pesar de ello aquí seguimos, y me atrevo a asegurar que seguiremos hacia delante, a pesar de esta consustancial característica que nos persigue incesante.

La razonalización de España se debe formular únicamente a partir de la conjunción ideológica de lo que nos gustaría ser, y de lo que sería más conveniente para nuestro futuro. En definitiva una aplicación práctica de las leyes universales de la mecánica, extrapoladas a nuestra frondosa y a veces dura existencia vital, llegada incluso al extremo de nuestra propia fagocitación.
España existirá siempre, pese a quien pese, simplemente porque el bagaje de su aportación filosófica al destino del mundo puede constituir una ayuda indispensable para su propio destino.
A pesar de vivir en tiempos de indeterminación permanente, que nadie porfíe sobre la proverbial y famosa determinación española. El que lo haga errará una vez más en su pronostico. El respeto a la a Historia de Todos los Españoles avala esta encrucijada razonal.

viernes, 23 de enero de 2009

Sí tuviésemos que concentrar, metafóricamente, la esencia sociológica de la última década de prosperidad del mundo occidental, no encuentro mejor ejemplo que el éxito de los parachoques pintados en el color de la carrocería, generalizado a todos los vehículos utilitarios. Todo un ejercicio de anti-razón, desapercibido en nuestra sorprendente cotidianeidad.

jueves, 22 de enero de 2009


Curiosity Kills the Crab
“We will restore science to its rightful place, and wield technology’s wonders to raise health care’s quality and lower its cost…-. -And we will transform our schools and colleges and universities to meet the demands of a new age-
-For the world has changed, and we must change with it.-
-The instruments with which we meet them may be new. But those values upon which our success depends — hard work and honesty, courage and fair play, tolerance and curiosity, loyalty and patriotism — these things are old. These things are true.-“
Barack H. Obama

Repasando algunas frases pronunciadas por nuestro nuevo emperador en su discurso inaugural, descubro la palabra “Curiosity” incluida entre la relación de valores que incluye su mensaje, convergente en este punto y de forma sorprendente con la doctrina razonalista, y me viene a la cabeza nuestra interpretación y tratamiento patrio, al respecto de un valor tan denostado sistemáticamente por nuestro sistema sociológico y educativo, a lo largo de nuestra Historia.
Un ejemplo cercano y actual de esta personal interpretación hispana, referida a la siempre imperdonable curiosidad, es el caso del científico español doctor en Física, D.Antonio Brú, y a su innovadora aproximación al “mal” por antonomasia de nuestro tiempo.

Es indiscutible, que desde una perspectiva de sociología hipocrática, las enfermedades denominadas como cáncer, marcarán toda una época en la historia de la civilización, al modo que lo hicieran en otros tiempos la peste bubónica o la tuberculosis.
Esta lamentable patología, que constituye un inmenso reto desde hace cientos de años para la ciencia médica, encierra una curiosa paradoja en su mecanismo de actuación: La transformación celular producida a partir del intento de nuestras células por evitar su muerte. Este proceso denominado apoptosis celular, y que al parecer mantiene en su secuencia un determinante componente genético que marca los tempos del suicidio celular, deja de producirse en un determinado momento por múltiples causas, transformando las células afectadas en células cancerosas.
Desde un punto de vista estrictamente biológico, nuestras células rebeldes intentan sobrevivir a su ciclo natural evitando su suicidio, lo que acaba produciendo si no se remedia previamente, la afectación y muerte del resto de células, impidiendo al final del ciclo toda posibilidad de vida. En un contexto metafísico, un intento de inmortalidad abocado a una muerte inevitable. Es curioso que por evitar un suicidio se desencadene otro a mayor escala.

Nadie en su sano juicio podrá negar, que el tratamiento de la enfermedad al parecer aún se encuentra en una fase relativamente primitiva, dado el desigual resultado obtenido en la aplicación de las terapias empleadas hasta el momento; y algunas, de entre las múltiples causas de esta situación, sin duda tienen que ver con el abordaje estrictamente ortodoxo que en ocasiones los investigadores han de seguir, mediatizados por las directrices de sus patrocinadores, y por qué no decirlo, por su ortodoxia formativa y procesal, tan alejada siempre de los grandes descubrimientos de la civilización. La realidad actual es que, al margen de los incipientes tratamientos genéticos experimentales, la única solución convincente aplicada consiste en la extirpación, cuando es posible, del tumor, y en el genocidio indiscriminado de las células rebeldes, bien por envenenamiento químico o radioactivo.

Para algunos puede resultar sorprendente que seamos capaces de posar una sonda en Marte, y que sin embargo seamos incapaces de dominar completamente los procesos biológicos que se producen en nuestro organismo. Buscando nuevas perspectivas para el abordaje de esta lacra, el propio Razonalismo mantiene una teoría alternativa, basada en la física de partículas y en la alteración electromagnética de las mismas como causa final de lo que denominamos cáncer. Con esta tesis, se resumiría que los actuales estudios sobre los procesos biológicos implicados, no representarían más que la observación de las consecuencias y no la de las causas de la alteración celular, imbricadas en un nivel inferior, y contenido en la escala dimensional atómica.
El propio stablishment médico y farmacéutico, parece reacio a reconocer la superación de la biología celular tradicional y la imposición de una nueva disciplina que podríamos denominar biología atómica, y por ello quemará en la hoguera a cualquiera que diga lo contrario, y que pudiese alterar su línea de trabajo preestablecida.

Es por todo ello doblemente interesante, que este genuino e incomodo personaje español, haya tenido la osadía de buscar nuevos y originales ángulos en la búsqueda de soluciones a tan grave problema, en un sector tan hermético y rodeado de intereses tan espurios.
Utilizando patrones matemáticos, este investigador en la Universidad Complutense de Madrid y su equipo, han conseguido explicar el crecimiento tumoral.. Sus investigaciones establecen que el cáncer puede curarse mediante la estimulación adecuada del sistema inmune. En 1998 este científico determinó el primer modelo dinámico, experimentalmente demostrado, para explicar el crecimiento tumoral, basado en patrones matemáticos (fractales). Como consecuencia de dicha teoría, para el equipo de Antonio Brú, un tipo de leucocitos -los neutrófilos-, son capaces de curar el cáncer. Según parece, lo constataron en experimentación animal, y con dos casos humanos y, tras el éxito aparente, sólo han encontrado puertas cerradas, a pesar de las expectativas creadas a partir de las publicaciones realizadas en las más prestigiosas revistas de Ciencia Médica. Desde entonces su calvario se resume en la denuncia del boicot que están sufriendo en todos los niveles, y especialmente en el financiero, impidiendo la continuación de su labor de investigación.

Llegados a este punto, leo con atención la segunda acepción del RAE de la palabra “Curiosidad” y comienzo a explicarme muchas cosas: “Deseo de saber lo que no nos concierne”
Quiero suponer que esta segunda acepción se encuentra tan arraigada en nuestro imprinting sociológico y rector, que durante muchos años continuaremos caminando sobre los cadáveres de tantos herejes ajusticiados, en aras a preservar lo políticamente correcto frente a la perversa y malsana curiosidad española.
Como tantos españoles geniales, el destino de Antonio Brú parece verse constreñido a la diatriba que supone la aceptación de su auto-apoptosis personal (impuesta por nuestras células rectoras), o, y este sería lamentablemente el mejor consejo, a buscar el abrigo del cálido manto de nuestro nuevo emperador, en aras a conseguir el patrocinio necesario para continuar su poco ortodoxa línea de investigación.
¡Sí Miguel Servet levantase la cabeza!

Comunicado de Antonio Brú: http://www.mat.ucm.es/~abruespi/