viernes, 27 de marzo de 2009


LA DECONSTRUCCION DEL PERSONAJE
(La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn)


Mathias se levantó como cada mañana y volvió a repetir el mismo gesto. Alargando el brazo desde la cama alcanzó un cigarrillo a medio acabar, y lo encendió entre toses cotidianas.
Un día más se asqueaba de su destino, y aspiraba mentalmente entre bocanadas la situación que le envolvía, constreñido entre las cuatro paredes de la pensión que ya a duras penas podía pagar. Un destino infructuoso le acompañaba desde hacía tantos años, que sus neuronas ya se negaban a presentarle una escena nítida de tiempos pasados y mejores.
Frente al espejo cuarteado, se miraba como cada día inspeccionando el paso de los años en su rostro, percatándose de que el intenso olor a comida recocinada que tanto detestaba, y se colaba por el ventanuco del destartalado aseo, aún le servía como antígeno para recordar algún olor infantil que le transportaba por unos fugaces instantes, a los recuerdos de campos plagados de lavanda en remotas primaveras.
Como cada mañana abandonó la pensión, con sigilo consentido por una patrona de pasado turbio que, de algún modo, se enternecía por este hombre misterioso y educado, que apareció hacía cuatro años por su establecimiento, con todas sus pertenencias reducidas a una maleta de tamaño medio.

Los últimos años de Mathias habían sido especialmente duros, y pocos conocían la asombrosa historia que se ocultaba tras su mirada triste y melancólica. Cada día repetía un paseo largo y solitario, inmerso en el ajetreo de la anónima muchedumbre urbana que flanqueaba sus pasos vacilantes por la Bellevue Strasse . Hoy apretaba con fuerza el Dunhill de plata acurrucado en el bolsillo de su gabán, a sabiendas de que era el último bien material que le quedaba tras las sistemáticas visitas a la casa de empeños.
Era plenamente consciente de que su tiempo llegaba a su fin. Llevaba años interiorizando el momento de su transición a la inexistencia. De hecho sus últimos años eran un preámbulo predeterminado a extenuar su amargo papel, para el que no encontraba explicaciones convincentes, y de hecho, sí tuviese que resumir el devenir de su vida, la pregunta que le asaltaba era siempre la misma ¿Todo esto para qué?
Al menos era consciente de que todas la cosas buenas y malas que le habían sucedido a lo largo de su vida no tenían ninguna justificación lógica para él, una vez descartadas las esperanzas místicas sobre una trascendencia que en su estado mental conformaban un horizonte detestable. Este era quizá el único anhelo humano que aún era capaz de distinguir en su desolado pensamiento; el deseo de dejar de existir de una vez y para siempre. Este factor se había convertido con el tiempo, en la única certeza esperanzadora en la que era capaz de creer, tras una insondable sucesión de perdidas siempre brutales e imprevistas. El aroma de Clara, la risa del hijo arrebatado, los años en Venecia...

Sentado en el banco del parque gris, una lágrima se deslizó lentamente por su mejilla hasta alcanzar la comisura de sus labios. La sal de una vida concentrada en una gota de líquido templado por los años.
Extrajo un cigarrillo cuidadosamente arrugado prendiéndolo con su última atadura material, brillante y plateada, y echó un último vistazo al rincón natural que le había acogido cada mañana desde hacía cuatro años. El cielo pardo presagiaba la determinación de otro nuevo invierno, y un viento helado sacudía las ramas desnudas desdibujadas a lo lejos entre fachadas de musgo envejecido.
Justo antes de apurar su última calada, fijó por casualidad su mirada en una mujer de mediana edad, que sentada en el banco de enfrente, se mantenía enfrascada en la lectura de un libro. Se detuvo a observarla con parsimonia, en una última contemplación simbólica a la fragante y perdida delicadeza femenina, y fue entonces cuando Mathias reparó en el libro que ella sostenía entre las manos.
Con una mirada discreta pero insistente volvió a leer el título de aquel libro: “La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn” por Ernst Grun....
Aquello era imposible, el título de aquel libro tenía su nombre impreso en grandes caracteres.
De un salto se puso en pie y se decidió a escapar de sus propias alucinaciones, sumido en un alterado estado de convulsión interna. Por otro lado creía haber leído hasta en tres ocasiones la portada del libro y decididamente le parecía algo completamente real.

Se apresuró a salir de Großer Tiergarten y emprendió el camino hacia la pensión.
-Debo tener fiebre- pensó.
En su camino se descubrió ante el escaparate de la librería Dussmann, y se detuvo al ver de nuevo el mismo libro que leía la mujer del parque.
Sobre un anaquel se exhibían varios ejemplares de un libro con portada en fondo naranja, en el que ahora volvía a leer repetidamente: “La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn” por Ernst Grundeg.
Un cartel vertical mostraba una foto en blanco y negro de un desconocido sonriente, subrayado como Ernst Grundeg.
Un escalofrío recorrió en ese momento todo su cuerpo. Aquello debía de ser una broma pesada. Era del todo imposible. ¿Quién y por qué, habría usurpado su nombre?, ¿era posible que alguien se hubiese apropiado de su identidad?, ¿quién era ese tal Grundeg?...

Apresuradamente se acercó a la entrada de la librería con la intención de adquirir el libro, y en ese instante recordó que no tenía dinero excepto un par de monedas pequeñas. No obstante se adentró en la librería y preguntó al primer dependiente por el libro del escaparate. Unos segundos después lo tenía entre sus manos, y leía tembloroso y a toda velocidad la reseña de la contraportada: “La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn compone uno de los mejores relatos de ficción de la narrativa contemporánea, un compendio de la vida encarnado en las raíces de Thomas Mann, que el profesor Grundeg ha creado de forma magistral...”
“Un texto intemporal que representa las veleidades de la existencia humana a través de las brillantes páginas de un personaje al que el autor bautiza como Mathias Feldhuhn, que comienza su memorable andadura con su infancia en el pueblo tirolés de Seefeld, su apasionada historia de amor con su esposa Clara, para acabar con...”
En ese momento el libro se escurrió entre las manos de Mathias, mientras trataba de encontrar un punto de apoyo para no caer desplomado al suelo.

-¿Le ocurre algo señor?-, El dependiente recogió el ejemplar con cara de desaprobación y le espetó -¿Va a comprar el libro? Mathias completamente pálido cayó en un pequeño taburete mientras el encargado de la tienda se acercaba a averiguar que es lo que ocurría.

No recordaba como había salido de la tienda de libros, pero sentado en un banco de madera de la calle Friedrichstraße trataba de recobrar el aliento, cuando ante él se detuvo un autobús que exhibía un panel publicitario en el que aparecía la foto de Ernst Grundeg, la portada del libro, y el siguiente anuncio:
Presentación y firma de ejemplares del best seller “La extraordinaria vida de Mathias Feldhuhn”, 4 de Octubre a las 20:00h en los almacenes KaDeWe.

Todo aquello comenzaba a ser una pesadilla para Mathias. Toda la situación se escapaba de su comprensión. Aquello era sencillamente imposible. Un sudor frío le recorría el cuerpo y sentía que de nuevo iba a perder la conciencia.
Su vida, sus perdidas, sus anhelos, toda su existencia se desvanecía ante el presagio de una amarga epopeya que tomaba el cariz de una burla continuada.

Al día siguiente el Berliner Morgenpost titulaba en primera página:

Berlín, 5 de Octubre.
Extraño y desgraciado incidente ocurrido ayer día 4 de Octubre en la presentación del libro del profesor Ernst Grundeg en los conocidos almacenes KaDeWe. Un individuo que trató de acercarse al conocido autor resultó abatido fatalmente por dos disparos de un vigilante de seguridad. Se da la trágica circunstancia de que el individuo sin identificar, portaba en la mano un encendedor de plata, que el vigilante confundió como un arma blanca. En el escenario de los hechos se encontró también una maleta vacía que se cree pertenecía al citado individuo. La Policía continua con sus pesquisas.
El autor se ha mostrado desolado por los acontecimientos, mientras algunas fuentes sensacionalistas han llegado incluso a especular con un atroz montaje publicitario para la promoción del libro, que por circunstancias ajenas a la editorial habrían terminado en dramática tragedia. En cualquier caso, el suceso no empañó el acto que transcurrió con un gran éxito para el autor, y que augura para su intemporal protagonista, Mathias Feldhuhn, una plaza permanente en el altar de los personajes inmortales de la historia de la Literatura Universal.


PS. Me permito informar a los lectores que he decidido que Ernst Grundel falleciera ayer, víctima de un accidente de caza.

Así de caprichosos se antojan los avatares de nuestra ficción existencial.

miércoles, 18 de marzo de 2009

“Es mejor no imaginar las consecuencias que se producirían, sí los habitantes del planeta llegaran a somatizar en su conjunto, su solitaria y aislada condición insular en el espacio” AP

martes, 17 de marzo de 2009

"Un país que explicite con sus leyes el que los trabajadores por cuenta propia no disfruten al menos del mismo nivel de protección y ventajas laborales, que el de los que trabajan por cuenta ajena, revela una desoladora sociología neofeudalista, abocada además al más rotundo de los fracasos." AP

viernes, 6 de marzo de 2009

“Hasta mi exilio voluntario, he tenido la fortuna de tratar a muchísimas personas en distintos países. De entre todas las categorías siempre me han interesado especialmente los que tienen nada y los que tienen prácticamente todo. Los recovecos de la mente de los primeros son más complejos, los de los segundos más evidentes pero no menos sorprendentes, y en general mucho más pueriles” - AP

martes, 3 de marzo de 2009

Cántico Molecular

(En algún lugar del hipotálamo)

Se escucha una tonada:

“...soy un caminante jocoso y contento, el mundo tengo delante y detrás el viento... ♫”

Grupo de moléculas: -¡Silencio!, escuchad, alguien canta, ¿Qué se oye?...-

Irrumpe en la escena una molécula de carbohidrato.

Grupo de moléculas: -¿Cómo osáis, acaso no sabes que está prohibido cantar?-

Molécula de carbohidrato: Lo siento, no lo puedo remediar...

Oncogen: -Esto es intolerable, a esta molécula hay que ajusticiar-

Molécula de carbohidrato: -No por favor, no volverá a pasar, el epitelio me ha confundido, mi sed acabo de saciar, y no se como parar la vibración que produce mi núcleo parenquimal, ¡pero es que ese Etanol es tan apuesto, y tan animal!...-

Oncogen: -Chsst...¡A callar!, Mírame a mí, yo soy un oncogen, mi voz es de barítono como buena molécula de carbono, y sin embargo jamás me escucharas un solo tono...-

Grupo de moléculas: (Risas), -será de baritono para que case con carbono...-

Oncogen: -Dejad de cuchichear, molécula díscola, ¿sigues con ganas de cantar?-

“...camino del brazo de la locura, dispuesto a cometer nuevas travesuras.... ♫”

Molécula de carbohidrato: -No sé que me pasa, pero no lo puedo remediar, mí núcleo no para de vibrar-

-El caso se torna singular-, el oncogén se vuelve a adelantar:

Oncogen: -Lo siento molécula, pero te he de amonestar.
Las reglas son estrictas y te has de plegar, a la implacable justicia celular. Te dejo la apoptosis como salida singular.-

Molécula de carbohidrato: -¿Yo?, ¿qué me suicide yo? Mi alma está contenta y no puedo dejar de cantar, es tan horrendo el crimen, que ninguna otra opción me das?-

Grupo de moléculas: -Esto es intolerable, encima no para de protestar (y de canturrear)
Llamad a las células madre, que de esto se han de enterar.-

Una célula madre irrumpe sin llamar:

Célula Madre: -¿Qué ocurre?, ¿qué es este alboroto?-

Grupo de moléculas: -es esa, la de siempre, parece que ha libado y no para de cantar, incluso parece que se ha llegado a enamorar-

“...pobre Till, pobre Till... ♫”

Célula Madre: -Por todos los genes, ¿es qué no te has de callar?, tu tonada se nos hace insoportable, te hemos dicho mil veces que tu función es sintetizar.-

Molécula de carbohidrato: Lo siento madre, una molécula de alcohol me vino a cortejar, y reconozco que me he dejado llevar. Mi núcleo parenquimal ha pensado que podía amar, hablé con la tía Endorfina, y me dijo que nada me podía pasar

El oncogén a la célula madre: -¿a que esperas?, ¿es qué lo vas a tolerar?, yo tengo un trabajo que realizar.-

Célula madre: -Por esta vez lo vamos a dejar pasar, la culpa la tuvo sin duda algún mal neuronal. Ese átomo revuelto que siempre vuelve a zumbar, cada vez que el hígado deja de sintetizar.-
-Molécula, sigue tu pasar; en unas horas todo esto lo has de olvidar, pero ya sabes que te está prohibido cantar, y desde este momento, con la neuronas te prohíbo que te vuelvas a juntar, y mucho menos que te vuelvas a enamorar.-
-Y en cuanto a Etanol y a Endorfina, déjalo de mi cuenta que yo les pondré en su lugar.

“...Detrás de esta farsa llora el corazón, camino del brazo de la locura, dispuesto a cometer nuevas travesuras... ♫”
“Pobre Till... ♫”


Dedicado a German Coppini por hacernos más llevaderos los malos tiempos para la lírica. Letra extraída de "Travesuras de Till" - Album "Devocionario" de Golpes Bajos. -Nuevos Medios 1985-