viernes, 14 de noviembre de 2008

Es comprensible mantener cierta rabia al examinar el panorama de la cultura española actual, impregnado de retrógrado dogmatismo gregario y oficialista, sobre todo teniendo en cuenta que es uno de los pocos campos en los que tendríamos bastante que aportar al resto del mundo. Nuestro bagaje como nación fronteriza y transnacional, es tan amplio y rico como el individualismo de algunas mentes preclaras que han deambulado en solitario por el pasado siglo. Nuestro revoltoso avatar histórico, es además en sí mismo, un Universo sociológico a escala del comportamiento humano, que ha sufrido en un corto periodo de tiempo todos los bandazos imaginables. Este preciado tesoro constituye una fuente inaudita de experiencia y conocimiento; un compendio, que con un mínimo esfuerzo intelectual, nos debería permitir una refundación ideológica dirigida a construir un futuro mejor para los que vengan detrás.
Somos, por derecho propio, una de las naciones más enloquecidas del planeta, y estamos en el momento propicio, visto el panorama global, para ponernos a la cabeza del mundo en el desarrollo de una nueva perspectiva cultural de proyección universal.
Nuestra responsabilidad como depositarios de este genial y heterogéneo patrimonio, no nos deja otra elección.
Sí, tú español rabioso que lees esta líneas, has sido también elegido.

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