martes, 25 de noviembre de 2008

Habanera del Reypresco: La voz taína

“Yo soy un hombre sincero, de donde crece la palma, y antes de morirme quiero, echar mis versos del alma” – José Martí

Corría el principio de la década de los años ochenta. No recuerdo como ocurrió, pero en la leal compañía de un viejo camarada de armas adolescentes, el destino nos encomendó una misión muy especial. Un vasto territorio inexplorado, cuajado de crestas blancas entre paredes de turquesas vírgenes, enroscadas al arrullo de la manigua, ofrecía la esplendorosa promesa de un baño perfecto. Difícil resistirse a tan extravagante ocurrencia, en los confusos albores de un proyecto de apertura, aún plagado de gélidos soviéticos. El caso es que, como dos vulgares violadores, acabamos descubriéndonos ante unos recelosos agentes fronterizos con nuestras armas cuidadosamente enfundadas. Tras una eterna, meticulosa y sorprendida inspección, a la que siguió un interrogatorio (aonde etá el motosito?), en el que tuvimos que esgrimir interminables argumentos, para explicar los fundamentos de algo completamente desconocido para ellos, finalmente obtuvimos el deseado visto bueno: -Pueden pasar con los baquitos, pero a su marcha, repórtense para confirmar que se los llevan de vuelta...-

Nuestro primer objetivo no pudo conseguirse al completo. La tradicional y tropical tormenta Tejerina de turno, rondaba sobre nuestras cabezas, devastando las tibias formas de nuestro deseo. No obstante aún pudimos disfrutar de algunas inolvidables sesiones, ante el asombro de los locales que se arremolinaban en las orillas para vernos evolucionar entre las incansables andanadas de jade oceánico, algo nunca visto desde hacía al menos tres décadas, y completamente olvidado en su maltratado imprinting colectivo, debido probablemente a una erróneamente interpretada, ascendencia imperialista del arte del Surf.
Nuestra estancia transcurrió sin más incidentes reseñables que el inevitable aumento de nuestras transaminasas, y alguna quemadura cutánea de futura factura; pudimos visitar uno de los hogares tropicales del borrachuzo de Oak Park, por el que brindamos profusamente en la Bodeguita de Enmedio; sufrimos un aparatoso incendio en nuestro alojamiento capitalino, y hasta tuvimos un divertido y confuso lance con una madura mujerona de apariencia esquimal que, en extraño dialecto de la península de Kamkatcha y a la voz de delicatessen, nos ofrecía su pantorrilla voluptuosamente. El entuerto se deshizo tras enseñarnos, emboscada bajo la providencial cocotera, una lata de caviar Petrussian negro y otra de rojo, que coincidían con el color de sus zapatos y de su falda. Los recursos de la astucia, extraperlada!

He de confesar, que durante ese viaje caí rendido ante la belleza natural de la indiscutible Perla del Mar de los Caribes. Desde su enmohecido urbanismo colonial hasta el secreto de su selva pensil. Y por supuesto del trato exquisito de sus amables gentes, fauna, y flora. El impacto fue tal, que incluso pensé en solicitar un asilo espiritual, que habría terminado irremediablemente en el primer suicidio perpetrado por el síndrome de Stendhal.
Tuve la fortuna experimental de colarme en la celebración de un inenarrable y etílico Congreso del Partido Comunista Húngaro, que terminó a altas horas de la madrugada, con el obsequio de una medalla conmemorativa que aún conservo, entre cánticos melancólicos de una contradictoria ensoñación de comunismo tropical, vilmente espiado.
A pesar del control de movimientos de la época, traté con muchos cubanos, y asistí paciente, desapercibido y respetuoso, a la brutal ceremonia que el comandante ofició en la Plaza de la Revolución, en un último regalo de multitud sofocante, calor y moscas, ante los féretros de los últimos compañeros caídos en la inexistente intervención angoleña. Volví con tres tesoros: un muñón de caoba, una excelente edición del Método Stanivlaski, y un gran manual de boxeo; aparte de algún Cohíba de contrabando, y un pedazo de Caribe en la retina.

Que gran país esta Cuba. Es una verdadera lastima que el destino de este gran pueblo, nunca soberano, parezca verse reducido al de la esclavitud; primero ante un rey, luego ante un presidente, y últimamente ante un comandante.
Este pueblo íntegro y educado, ha pasado, de tener prohibida la salida de la plantación, a tener prohibida la salida de su propia isla, siempre en una eterna carambola cargada de grilletes, maquillados con la sonrisa de mil caras, del perverso principio rector.
En un previsible futuro, sería terrible, y no descartable dado el estigma que parece perseguirles, que en los próximos viajes interplanetarios, se les acabe también vetando la salida voluntaria del planeta.

Aún a pesar de esto, queridos hermanos cubanos, os tengo en tanta estima que no cejo en la esperanza de ver llegar el día en que deshagáis por vosotros mismos, este cruel desatino para siempre, y si fuese precisa ayuda externa, yo desde aquí me permito ofrecerme de una forma franca y desinteresada para romper definitivamente esta despiadada cadena.
Sé de antemano, que en vuestro poso colectivo queda poco lugar para la confianza en la promesa humana, y no obstante, me quiero postular humildemente como nuevo Reypresco de Cuba. Una nueva y colosal figura, que compendie la refundación ideológica de lo mejor de cada uno de los únicos regimenes, que habéis tenido que soportar a lo largo de vuestra sufrida Historia.
Poco tengo que ofreceros, salvo mi juvenil experiencia fundadora del Frente de Liberación de Albania y la torpe experiencia de un espíritu siempre inquieto.

Yo os prometo libertad, dignidad, e igualdad y justicia democrática, a cambio solo os pido escuchar de nuevo el susurro de la voz taína, mecido por el arrullo de la palma, y al raso de un cielo de cocuyos, en mi añorada Baracoa.
Compañero, Olas o Muerte, Venceremos !

No hay comentarios: