viernes, 17 de octubre de 2008


Baltasar o la España prometéa; crónica de una íntima tragedia

“La fiscalización perpetua y parcial del pasado conduce inevitablemente a la autodestrucción sistemática de cualquier futuro” Aforismo personal

A finales de 1975, mi padre vivió esta curiosa escena; mientras esperaba la salida de un vuelo en el aeropuerto de Barajas, no pudo dejar de escuchar la conversación de dos personajes, que con aspecto inequívoco de militares afectos al régimen, se tranquilizaban mutuamente con esta enigmática frase: “Ahora hay que mantener la calma, todo está atado y bien atado. Con esto cambios conseguiremos que no cambie nada”. En aquellos tiempos de incertidumbre, esta frase inquietó justificadamente los indiscretos sensores auditivos de mi padre.
Una vez transcurridos los años, he llegado a la conclusión de que lo que escuchó mí progenitor no fue otra cosa que el eco rapaz de nuestra historia ancestral, repetida hasta el presente.

Yo soy de los que efectivamente piensa que en el fondo, nada o muy poco ha cambiado. No me estoy refiriendo al ámbito político, en el que probablemente han cambiado incluso irracionalmente demasiadas cosas, sino al ámbito sociológico. Pero esta inmovilidad sociológica, originada probablemente en nuestra eterna condición feudal no es imputable a ninguna época concreta o reciente de nuestra historia, sino a toda ella incluyendo nuestro rabioso presente. Algunos autores patrios, más bien pocos y siempre estigmatizados, también concluyeron lo mismo: Los españoles somos víctimas de nosotros mismos.
Nuestro destino como pueblo invertebrado se asienta sobre tierras conquistadas y reconquistadas, plagadas con restos óseos y charcas de sangre seca de imposible fertilidad. Esto ha conformado una forma de estar en el mundo que fomenta una catarsis permanente equiparable al tesón del arado primitivo ante cada nueva perspectiva de labranza. La catarsis de la catarsis, que acaba irremediablemente convirtiéndose en un reflejo melancólico de la inmovilidad sociológica y cultural, salpicada continuadamente por vientos de revancha.

Cada pueblo, como dice mi admirado Toynbee, está dotado con unas particulares características determinadas por sus circunstancias, y el nuestro mantiene unas cuantas que, entre otras cosas, hacen imposible el desarrollo de una democracia elemental hasta que no se produzca una profunda y quimérica transformación sociocultural, gran fracaso por otra parte de los politicos responsables de nuestro actual sistema. A las pruebas me remito: nuestra incompatibilidad con este modelo de convivencia será consustancial a nosotros mientras nuestro comportamiento sociológico se cierre en banda a la posibilidad de admitir las virtudes positivas de al menos algunos actos de nuestro oponente o antecesor. En nuestra obtusa construcción mental, cualquier suceso anterior siempre ha sido nefasto y siempre encontraremos un iluminado dispuesto a denostarlo. Este es nuestro sino, una política de tierra quemada que se aplica en todos los ámbitos de nuestra sociedad, en el que el “corte” de la historia elegido para reiniciarla responde únicamente a los intereses de una parte, olvidando al resto en el mejor de los supuestos, cuando no condenándolo al fuego eterno. De esta forma las posibilidades de un futuro “constructivista” encaminado a mejorar el porvenir de nuestros descendientes aprendiendo de los hechos positivos siempre será imposible.

Este fenómeno intrínseco a nosotros, y en manos de "los unos o los otros" se ha producido sistemáticamente desde hace siglos y desgraciadamente parece que nos perseguirá hasta el fin de nuestros días como parte de nuestra íntima tragedia.
En nuestro caso, al menos sabemos que nosotros mismos aunque con distintos collares ideológicos en cada momento, somos las águilas que nos devoran las vísceras, siempre incansables al desaliento, y por toda la eternidad.
Yo no tengo ninguna otra opinón más al respecto, salvo la que aquí he expresado.

2 comentarios:

ONDA dijo...

Inteligentísimo comentario querido amigo:

Incluso si te acuerdas nosotros mismos teníamos un poco ese afan de formar distintos grupos tomando partido por cada uno de los partidos que aparecian como presagio de esta falsa democracia.

Mi reciente visita a la culta e inteligente Boston, me ha confirmado que estamos a años luz de ellos en el aspecto político, por mucho que quieran ridiculizar a Bush.

Me pregunto que hará la sexta cuando gane Obama.

Un fuerte abrazo de tu amigo Nacho.

ONDA dijo...

Se me olvidó decirte que en esas pequeñas pugnas, nosotros siempre teníamos razón ¿eh? ;)

Ten salud.