miércoles, 22 de octubre de 2008


Temis la tricéfala

"En tiempos de injusticia es peligroso llevar la razón" - Anónimo

Siempre en vano, tratando de encontrar una nueva respuesta, me topo con la noticia de la protesta de los jueces. Supongo que cada cuál tendrá una opinión creada al respecto, algunos incluso basando sus argumentos en la evidente y dirigida campaña mediática contra ellos, quizás y como siempre, para evitar entrar en el verdadero problema de fondo.
En este caso, a mí me han llamado poderosamente la atención los siguientes datos:

- Los jueces dependen, a todos los efectos, del C.G.P.J.(Gobierno corporativo)
- Los secretarios de juzgado dependen del Ministerio de Justicia (Gob. Central)
- Los funcionarios de justicia dependen de sus respectivas consejerías autonómicas en cada parte de España. (Gob. Autonómicos)

Sí estos datos son veraces, me asaltan las siguientes preguntas:

¿Cómo puede funcionar una misma empresa con tres “amos” diferentes? ¿Es razonable mantener un esquema tan ingobernable en nuestra administración de justicia?

Cuando he señalado que dependen “a todos los efectos”, incluyo los políticos, económicos, administrativos, sancionadores, etc., es decir todos los efectos deseables e indeseables afectos a sus respectivas estructuras jerárquicas; tres perros con diferentes collares según cada coyuntura.
La mayoría de los españoles desconocen este extremo organizativo, completamente demencial, en éste y otros ámbitos de nuestra absurda configuración administrativa.
No soy un experto en la materia, pero si a este cóctel le añadimos nuestras añejas y napoleónicas leyes de enjuiciamiento y normas procesales, las peculiares circunstancias formativas, laborales y sindicales de nuestro país, y una falta de respaldo presupuestario como remate, ¿Quién se puede atrever a siquiera esperar de este engendro una respuesta justa, rápida y eficaz?

Lo lamentable en este asunto, dilatado en el tiempo y sufrido por el probo ciudadano desde el principio de la democracia, es que ninguno de los tres escalones involucrados ha querido entrar nunca en el fondo del problema, denunciando de partida la inviabilidad del sistema tricéfalo que hemos construido, convirtiéndose de facto en cómplices de la situación en la que estamos. Hemos hecho de España un inmenso puzzle administrativo con fuerte dependencia política, y este es sólo un ejemplo más de la falta de sentido común que hemos aplicado en la construcción organizativa de nuestro país, que día a día parece más inviable, hasta para los más voluntaristas.
No me atrevo a adentrarme más en los entresijos concretos de una trama compuesta por personajes que Quevedo ya retrató con profusión e innegable gracia. Lo que a mí me parece, es que sí gobernar la venda sobre los ojos de una sola cabeza es ya de por sí una tarea casi imposible, ¿qué podemos esperar de la intención de conseguirlo sobre tres?

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